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TENDENCIA DE NUESTROS DRES. ESCOLASTICOS 111 1260 ( 1) de escribir la vida de San Francisco, fué a visitarle Santo Tomás, y al verle extático, arroba– do, «videns illum in contemplatione ramptum», di– jo: «Dejemos al santo que trabaja para otro santo.» Sinamus sanctum quia laborat pro sancto (2). Los dos doctores se completaban. Los dominicos en quienes prevalece el sentido de la inteligencia, y los franciscanos en quienes pesa más el sentido del corazón, forman como una doble línea de combate en favor de la causa de Di9s. Aqué– llos dominan el dogma, éstos la mística. De esta inclinación a defender las opiniones que favorecen al amor, arranca nuestra mística ·siete ve– ces secular y ella ha formado la pléyade inmensa de nuestras generaciones de místicos gloriosos. El mismo Escoto, con ser tan sutil y metafísico, de tal modo se deja arrastrar por la «manera de ser» de la Orden, que parece totalmente influído por el serafi– nismo del Santo fundador, y adopta en las cuestiones opinables las. que patrocinan a la voluntad. La teo– 'dicea del Doctor Mariano inmaculista, se ha desfi– gurado mucho en plumas de comentq.ristas extraños como Bernard Landry. No : fa especulación no le hizo olvidar el amor; en su alta metafísica había valo– res morales básicos del orden místico, y en su doc– trina predominaba la esencia franciscana del .amor. (1) Cum Genera/is Capituli concors indu.:risset instan– tia (.prólogo). (2) Legenda Major. Edic. Quaracchi, 503, nota 2.

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