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110 INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA doctrina teológica, base de la mística, lo mismo Es– coto ,que Peckan, que era a la sazón maestro del Palacio Apostólico, y el teólogo Aquaspartas, que luego fué Cardenal, se opusieron a ciertas teorías de Santo Tomás, según queda dicho más arriba. No queremos con esto rebajar el mérito teológico y místioo del Angélico ; sería un disparate sólo el sospecharlo. Creemos que entonces había mayor acuerdo de voluntades que de pensamientos, y que providencialmente vinieron las dos tendencias a com– pletar la ciencia teológico-mística. Pero debiendo exponer nuestra literatura mística de la edad escolástica y viendo entonces un movi– miento general de la escuela franciscana en el senti– do dicho, movimiento que parecía sancionado por los acuerdos de los capítulos generales de Argentara (1282) y de París (1292), era necesario justifi– car esta causa con la defensa de nuestra teología del amor. En e11o se empeñaron con los antes citados, Enrique Gandavense, Ricardo de Mediavilla, Roge– lio Marston, Raymundo Lulio y otros muahos, no tan notables como éstos. D05 orienta• Nos place recordar que las dos orientaciones de intelectualistas y amoristas estaban representadas en ciones que completan. 'se Santo Tomás y San Buenaventura, y que a pesar de todo, .éstos mantuvieron su santa e íntima amis- tad. Todavía los editores de Quaracchi recuerdan en una nota de las obras del Santo Doctor la anécdota famosa y sugerente por demás, de cuando, encar– gado San Buenaventura por el Capítulo General de

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