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106 U.:TRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA cir de dios por apartarse de nuestro objeto prin– cipal, mas María Suchet ha hecho un bonito estu– dio : La poesía liturgica francescana nel secolo XIII ( 1), donde podrá verse este asunto. Habla con su– blime elogio de la armonía espiritual de. San Buena– ventura y creemos. que lo define bien a:l decir que posee «índole armónica» y «un ingenio placabiie», que hizo posible que se escribiera la maravilla del I tinerarium. Toda la substancia teoiógica de las poe– sías del Santo Doctor está en ese libro. Su Laudts– mo, v. gr., el Himno Santae crucis, y la Philpmena, los considera como del Seráfico Doctor, aunque no sepamos nosotros decidir este punto, ni creamos tan apodíctico como dice la autora la paternidad bona– venturiana de tales escritos ( 2). Somos de sentir q11e la Philo111,ena. es de Juan Pee– kan (Cfr. Anal. Hynin,. 50-616). El Dies irae, de Tomás de Celano, es un trozo s~blime de un alma mística llena de unción sobre– natural. La Secuencia que empieza: «Sanctitatis no– ya signa:», es tan solemne, que parece capaz de ena– morar al más sublime místico de la Edad Media. No es nuestro intento hacer historia ni análisis de esas poesías litúrgicas. Sobre esto podría leerse lo que ha escrito el Padre Eusebio Clop, O. M. (3), (1) Roma Scuola tipografica salesiana, 1914. (2) 1 Véase lo que dicen los editores de Quaracchi, op. omn. VIII, 669. (3) La prosse Dies irae et l'ordre de Freres Mineurs.

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