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10-t. INTRODUCCIÓN A LA MISTICA FRANCISCANA bien en Rugo de San Víctor, que emplea alegorías como las que ellos describen, y en San Bernardo ( 1). Algunos han intentado rebajar la figura mística de nuestro poeta, y hasta se ha tratado de establecer antinomias entre el Seráfico Padre y su discípulo. El «ioculator Domini» no era un versificador ca– )lejero «inter populi turbam cantans», como lo re– trata falsamente Villemain. Cantó entre sus herma– nos los religiosos y merece por la índole de sus poe– mas tener lugar «inter auctores mysticos (2) ». Co– mo él cantaron San Buenaventura, Juan Ruysbrochio, Tomás de Kempis y una infinidad de santos más modernos, sin citar a San Juan de la Cruz. Se le atribuye una sátira contra el Papa Bonifa– cio VIII. Es la· que aparece en el número 58 eri La satire di Jacopone de To,de, y empieza: «O papa Bonifazio ... > es una alusión al crimen de Agnani ( 1303). A la sazón el poeta era de edad provecta y débil de sa– lud y estaba próximo a morir, para que tuviera ga– nas y humor de mezclarse en pendencias con seme– jante osadía. Sin. embargo, habiendo sido cruelmente perseguido y habiendo salido de la cárcel lleno de amarguras morales, fácil era sospechar en e1 poeta este injustificable desahogo. Por eso no solamente Alessandro d'Ancona lo da por auténtico, sino que a (1) Miscellanea, II, 63. Sermo in festa annunt. (2) NovATI. Véase Arch. Fr. His. VII, 777.
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