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El P. Fr. Jerónimo de Valencia, Predicador de nuestra Orden, ¡«decía otro dolor semejante de muelas; y aplicando a la mejilla el anto del P. Fr. Narciso, se vio al instante para siempre libre de él. Otro religioso nuestro que se vio muchos días fatigado de una ■olesta y torpe tentación que le había llevado afligido, ni con oraciones y ayunos y disciplinas se podía librar de ella, invocando con lágrimas ? h ayuda dei P. Fr. Narciso, y tocando con mucha fe su manto, con ese liento, se vio libre de aquel molesto trabajo, triunfando de la tentación el enemigo doméstico, que tan azuzado le traía. Una mujer, a quien criando una criatura había faltado del todo la eche, implorando la intercesión del siervo de Dios, y poniéndose en los pechos una partícula de su hábito, apenas llegó a tocarlos con ella, y al punto se halló con mayor abundancia de leche que antes que le perdiera. A otra mujer, a quien Angela Ferrer había dado una partícula del mismo hábito del siervo de Dios, y con mucha devoción la llevaba guardado en el pecho, una noche cubriendo el fuego de su cocina con la •eniza, sin advertirlo se le cayó entre las brasas y estuvo toda la noche entre ellas. Hallóla menos por la mañana; con dolor de su corazón la buscó en muchas partes y no hallándola acudió a la lumbre y la halló entera entre las brasas, envuelta en el papel en que la tenía, sin haber recibido el menor daño del fuego, habiendo estado tanto tiempo en medio de él, y en adelante la tuvo en mayor veneración y mayor devoción al siervo de Dios.150 Boverio, t. O, p. 827, refiere la vida de este siervo de Dios, que en el Index virorum illustr. resume diciendo: “Narcissus Dianensis, Valentinae Prov, Laicus, rairis virtutibus fulget. Pueri Jesu amore flagrat. Futura praedicit. Valentiae ad Dominum migrat. Post mortem miraculis coruscat” . El P. Modigliana, tomo VH, p. 260, hace grandes elogios de este insigne capuchino. í?>0

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