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purgado el afecto, y desasido de aficiones de criaturas; a almas muy humildes y deseosas de amarle mucho, y que con todo conato aspiran a la mayor perfección. Mereció gozarle, por tener estas disposiciones, el extático varón el P. Fr. Narciso de Denia, que puede con verdad hacer suyas las palabras de la esposa, pues le dio Dios como a ella el don de la contemplación, y que le metió como a ella en su botellería, donde le dio a gustar el generoso y suave vino de su divina y secreta sabiduría y alto conocimiento, con que a cada paso se miraba fuera de sí y tan perdidos los sentidos que al parecer de los que le miraban, le juzgaban muerto; tan absorto todo y sus potencias en Dios que tiraban también tras sí el cuerpo y comunicándole propiedades de espíritu le dejaban en el aire suspenso. Aquí le enseñaba Dios lecciones de amor, que es lo que luego dice la esposa, ordinavit in me caritatem; que fue como dice la in­ terlineal, osíendit mihi qualiter Deus diligendus sit; enséñame el modo como la de ser amado Dios que es sin modo, como dice S. Bernardo, y que siendo infinitamente amable, merece ser amado infinitamente, para que el alma le ame si no cuanto merece, cuanto ella deseare, extendiendo su afecto a lo infinito como lo hacen los serafines en el cielo, que extienden las alas de sus afectos, abrazar y cubrir a todo Dios, como los vio Isaías; y ya que no pueden, ios extienden cuanto pueden, manifestando que le desean amar más de lo que pueden. Son estos divinos espíritus símbolo del amor, y por ser los que más aman a Dios se llaman Ardentes, y por esto dice el P. S. Dionisio, De cael. hier., que se pintan con muchas alas que son sus pies como los que­ rubines con muchos ojos: plena oculis ante et retro, como los vieron Ezequiel y san Juan; que por esto los llama el Nacianceno multoculi, los de muchos ojos, con que se nos representa su mucha sabiduría, por ser los que más la tienen de Dios. Que como el que tiene muchos ojos ve más, así ellos son los que ven más y conocen más a Dios, Y conociendo que hay infinito más que ver en él, todos se hacen ojos deseando ver y conocer, lo que con todos sus ojos no alcanzan a ver, ni pueden comprender. De la misma suerte los serafines se representan con muchas alas con muchos pies, que significan sus afectos, con que siempre corren a largos pasos por amarle más; esto es, con muchos, repetidos y dilatados afectos de amor, deseándole amar infinito cuanto él merece, y conociendo que no pueden llegar con sus fuerzas, alargan 158

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