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Dea el hominibus; Dios y los hombres le amaban. Su memoria por lo bien que supo servir a Dios y a nuestra Religión, dilatándola y propa­ gándola en nuevas Provincias y fundando muchos conventos, será siempre en los siglos venideros digna de loores y perpetuas honras. Hízole Dios en esta gloria semejante a los santos fundadores de las religiones; no porque lo fuese de alguna singular, sino que fue propagador de la de nuestro seráfico padre, ampliando la capucha y es­ tableciendo su rigor y perfección con su doctrina, ejemplo y trabajo, en las Provincias de Valencia, Castilla y Andalucía que fundó, dejando en todas ellas hijos insignes, herederos de su espíritu. Hízole Dios famoso con los príncipes mayores, con los pontífices, con los cardenales, con los reyes y grandes señores con quien halló mucha gracia y mucha honra. Con su virtud y prudencia venció monstruos de dificultades, que se le ofrecieron grandes en las fundaciones de las Provincias, y de sus conventos, singularmente en la del de Madrid, se juntó para impedirla el mayor poder de la tierra y del infierno, y con su confianza en Dios, su trabajo e industria, venció estos monstruos, allanó estas dificultades, al parecer insuperables, y procuró hacer defensores y patronos de la Orden a los mismos que la impugnaban y se le mostraban adversos. Su virtud, su mansedumbre y paciencia le ganaron entre los hombres fama de grande religioso y de grande prelado. Escogióle Dios de toda la Religión con su celestial providencia y le trajo de Italia a España para que plantando en ella su seráfica Religión, fuese padre de hijos sin número, a quien como maestro enseñase la observancia de la seráfica Regla. Dióle corazón sabio y prudente para que les mostrase los caminos de la perfección evangélica, dándoles documentos para que viviesen regular y disciplinadamente en su casa. Tan parecido fue el P. Fr Serafín en su vida y hechos a los de Moisés, que parece copia de aquel original, que con propiedad se puede decir de este venerable Padre lo que de aquel grande gobernador del pueblo de Dios dijo el Eclesiástico. Fue natural el P. Fr. Serafín de Policio del reino e isla de Sicilia, de la principal familia de los Señorinos. Tomó el hábito de Capuchino en nuestra Provincia de Palermo en lo mejor de su juventud, siendo no más de 16 años de su edad; y siguiendo la costumbre de la Religión, tomó el apellido del lugar de su nacimiento. Cuánta fuese la opinión 110

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