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VI ¡PRÓLOGO Nuestro propósito al escribir el presente libro es refe­ rir la historia de la Orden de Menores capuchinos en la anti­ gua provincia de Navarra y Cantabria. Lógicamente, pues, de­ beríamos soltar la pluma al llegar en la narración al año 1885 . Nos proponemos, sin embargo, conducir nuestro estudio más adelante y reseñar los principales acontecimientos referentes a las modernas «Provincias de España » y «Provincia de Aragón ». Llegamos así al año 1900 , que no rebasaremos por varias razo­ nes, de las cuales la principal es, que estamos demasiado próxi­ mos a los acontecimientos y a los hombres acerca de los cuales no podríamos hablar con toda la imparcialidad que exige la his­ toria. En la materia objeto de este estudio se distinguen dos par­ tes principales. La primera refiere los orígenes de la Orden ca­ puchina en el territorio navarro-guipuzcoano y su normal y pa­ cífico desarrollo hasta los tiempos de la Revolución Francesa ( i ¿ y 4 ' i j 8 g) . Este asunto se trata en el primer tcnno de esta obra. La segunda parte cuenta las vicisitudes de la provincia de Navarra y Cantabria desde la Revolución Francesa hasta la ex­ tinción de aquella en 1885 y la subsiguiente restauración de la Orden en España ( i 88 g - i g oo ) . Las Ordenes religiosas viéron- se acosadas durante un siglo entero por la revolución anticris­ tiana y antimonástica, hasta el extreme de ser desposeídas y arrojadas de sus pacíficas moradas. La historia de una provincia religiosa cuya vida está ínti­ mamente ligada a la general de la Orden exige un conocimiento previo de las cuestiones generales de la misma Orden y de aque­ llas otras especiales del grupo de provincias de la misma nación. Unas y otras las hemos tratado en la medida que nos ha pareci­ do indispensable para poner en claro la línea de conducta guar­ dada en ocasiones por los capuchinos de Navarra y Cantabria. No hemos podido, por un motivo análogo, dispensarnos de algu­ nas incursiones sobre el terreno político cuando lo pedía el asun ■ to. Aislar los hechos de las circunstancias que los acompañan sería oscurecerlos o desfigurarlos. Debemos confesar que nuestra obra no tiene toda la inte