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2 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA les ■ Tras éstos vinieron los Frailes M en ores Capuchinos . Cada una de estas tres familias franciscanas veneran a san Francisco de Asís por su Fundador y Padre. La Religión de los Capuchinos nació de esta manera. Mateo de Bascio, fraile de la Observancia, deseoso de observar la Regla de los Frailes Menores «ad litteram», comenzó a llevar un hábito con capu­ cho cuadrado, semejante en la forma al que usó san Francisco; dejóse crecer la barba y se puso a caminar a pie descalzo. Poco tiempo después se le juntaron los hermanos fray Luis y fray Rafael de Fosam- bruno (Fossombrone), asimismo de la Observancia. Fray Mateo obtu­ vo licencia de Clemente Vil para vestir él y sus compañeros aquella forma de hábito y para hace" vida eremítica, observando la regla de san Francisco. En julio de 1528 obtienen del mismo Pontífice la célebre bula «Religionis ze!us>i, por la cual se aprueba solemne y canónicamente la nueva Reforma de la Orden de San Francisco, bajo la obediencia del Maestro General de los Menores conventuales. Al principio, los superiores mayores de los capuchinos se llamaron «Vicarios» (Gene­ rales y Provinciales), porque tenían las veces del Maestro General de los Menores conventuales, a quien estaba en cierto modo subor­ dinada toda la Orden. Esa subordinación duró hasta el año 1619, en que la quitó el Papa Paulo V por su bula «Alias felicis». Desde en­ tonces los superiores de los capuchinos comenzaron a llamarse «Mi­ nistros» (Ministros Generales y Ministros Provinciales). El Pontífice Paulo III, por la bula «Exponi Nobis» de 1535, aprue­ ba nuevamente la Reforma bajo el patrocinio del Maestro General de los conventuales, y concede al Vicario General y a los Vicarios Pro­ vinciales de los capuchinos la misma potestad que tienen los superio­ res de los Observantes. También España había abierto sus puertas al movimiento refor­ mador de la Orden franciscana. Coincidiendo con la aparición de los capuchinos en Italia, se extiende por Castilla y Extremadura la Re­ forma de los Descalzos, propagada principalmente por san Pedro de Alcántara. A unos y otros reformadores movía por igual el afán gene­ roso de reintegrar la Orden franciscana a su prístino rigor y pureza; capuchinos y descalzos sueñan con tornar al fervor y austeridad de vida de los primeros discípulos de san Francisco. Los descalzos vivían en custodias y provincias propias, subordi­ nadas, empero, al Ministro General, bien de la Regular Observancia, bien de los Conventuales. Los religiosos de esta Reforma perdieron su nombre de Descalzos y todos sus peculiares privilegios el año 1897.

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