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la D ipu tación del R ein o para separarse de A ragón y unirse a Cas­ tilla, porque «siempre andan en riñas y, al presente, con un p leito ante la Sagrada C ongregación de Obispos y R egu la res». En 1707 los cin co conventos de la M erced, de Navarra piden asim ismo el valim iento de la D ipu ta ción para separarse de A ragón y unirse a Castilla, al m ism o tiempo que dirigen un memorial al Papa, expon iéndole el m al­ estar con los aragoneses y la manera desigual de tratar a los aragoneses y navarros. Ese m ismo año, los m ínim os de Cascante pretenden sepa­ rarse de A ragón y unirse a Castilla, porque todo el tiempo que han estado unidos con los de A ragón han padecido inmensos tra b a jo s ; pues, siendo pocos los religiosos navarros y much ísim os los de los otros, com o dueños de la provin cia los han tratado con aspereza y rigor, padeciendo infinitos trabajos, y ha sido tan tirán ico su gobierno que, no sólo han negado los puestos de honor correspondientes a las letras y virtud de los navarros, sino que han querido extingu irlos e in­ trodu cir religiosos naturales de A ragón y hacerse dueños de los con ­ ventos, y no han querido dar en estos tiempos el santo hábito a ningún navarro Cuestiones de la misma índole se suscitaron también en algunas provin cias de la prop ia Orden capuchina, com o, por ejem plo, entre walones y flamencos 2, entre luqueses y florentinos 3. Por lo que a navarros y aragoneses se refiere, el asunto de su separación com enzó a debatirse seriamente en el año 1640, en ocasión de la visita que el General Fr. Juan de M oncalieri hizo a las provin cias de España. Pero, ya, de tiempo atrás venían produ ciéndose friccion es entre los naturales de uno y otro reino. L os antecesores del P. M on ca­ lieri, en sus visitas, habían dejado órdenes expresas y mandatos para que los aragoneses no molestasen a los navarros, por originarse de ahí grandes disgustos. La enm ienda, empero, al d ecir de estos últimos, «n o había sido n in gu n a : antes bien, con mayor exceso, descréd ito y vituperio hablan de los navarros, del R ein o y de la P rovin cia de G u i­ pú zcoa ». En 1640 anuncióse la próxima venida a España del P . General para realizar la santa visita, y creíase que con tal m otivo pasaría por Pamplona. La D ipu tación de Navarra aguardaba esa ocasión para p re­ sentarle sus respetos y para suplicarle que, en uso de su autoridad, dispusiera que los religiosos navarros vivieran separados de los a rago­ 152 LA ANTIGUA PROVINCIA CAPUCHINA DE NAVARRA Y CANTABRIA 1. Arch. de Nav., neg. ecles., leg. 2. 2. Cf. Colleet. Frane., IV, 1934, p. 181. 3 . P IS A , Storia dei Cappuccini Toscani, t. II, p. 442 sig.

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