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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica 925. Los religiosos recibieron el encargo con alborozo; se sintieron privilegiados y pusieron manos a la empresa con ar­ dor, al menos en cuanto lo permitían las circunstancias. Se lanzaron a instaurar las hermandades, a vivificarlas con su asistencia y con medios de opinión, como la publicación de revistas y libros. Parece seguro que consiguieron formar ex­ celentes cristianos, a base de una profunda vivencia evangéli­ ca. Desde las hermandades fluyeron muchas iniciativas; con­ gresos, actividades, realizaciones, campañas de propaganda y de acción. Creemos que esta acción fue palpable y ejemplar en lo que tuvo de cultivo profundo de grupos cristianos. En cambio, es difícil captar la incidencia e influjo en el cambio social. En general se puede afirmar que no aportó la solución soñada a la cuestión social. Creemos que ni en la curia romana, ni en órganos de decisión eclesial, ni en las hermandades se aclaró un gran malentendido: pensar que la cuestión social se solucionaba formando cristianos buenos y aun perfectos; por estar animados por una orden religiosa y no por la misma jerarquía; con grandes reticencias a la hora de intervenir en cuestiones políticas y sociales propiamente dichas. El Vatica­ no II tendría que situarse a gran distancia al enfocar la acción de la Iglesia en el mundo. 926. La historia de las provincias capuchinas está llena de datos sobre el tema. Jamás la Orden se había embarcado con tal decisión en una acción tan neta en el terreno social. Esta historia pertenece a la Orden Tercera franciscana, que está todavía por escribir; pero en ella aparecerá cómo las familias franciscanas fueron sensibles a las inquietudes de las fuerzas más evolucionadas de la sociedad; los movimientos obreros, el avance cultural y la concepción de la vida. La culminación de esta acción social de los capuchinos llegó en 1921, año en que se Celebró el VII centenario de la fundación de la Or­ den Tercera por san Francisco. Cada provincia organizó sus asambleas, congresos y conmemoraciones centenarias. No se debe olvidar los certámenes organizados desde la provincia de Andalucía; el congreso de Santander, por la de Castilla; el congreso regional de Pamplona por la de Navarra-Cantabria- 450

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