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Acción Social íividad en la predicación, sin dispersarse en muchas obras apostólicas. Admitieron poco a poco en sus iglesias otras cla­ ses de ministerios y de prestaciones espirituales, ya que lo re­ quería la gente que era al fin y al cabo la que daba la limosna a los religiosos. Así, aumento de misas aun en días laborables, atención al confesonario y algunos ejercicios piadosos, sobre todo durante la cuaresma. 916. Los capuchinos lucharon por su derecho a erigir la tercera orden franciscana, o terciarios, en sus iglesias y la aten­ dieron con asiduidad, a juzgar por los libros de matrícula, de profesiones y obituarios que han llegado hasta nosotros. Pero esa no era una asociación; era una prolongación de la familia franciscana, a la que no renunciaron nunca. En cambio, consta que no cultivaron en sus iglesias y conventos el mundo abiga­ rrado de asociaciones y cofradías, a no ser alguna radicada en Madrid o en algunas ciudades importantes. De ordinario, ni siquiera implantaron las Escuelas de Cristo, especie de orato­ rios o círculos que impartían instrucción religiosa y realizaban ejercicios piadosos. En cambio, echaron mano de estas Escue­ las los misioneros para implantarlas en los lugares misionados, a fin de que por medio de ellas se afirmase el fruto de la pre­ dicación, como una buena postmisión. No obstante, encontra­ mos excepciones; en el convento de Bilbao existía en 1680 esta Escuela, a la que asistía lo más granado de la ciudad. 917. A pesar de la tradición existente en la orden francis­ cana en Italia, no hemos encontrado indicios de obras sociales en favor de la gente necesitada, como montes de piedad, pó­ sitos de granos, liga antialcohólica, o parecidas. Incluso resis­ tieron a hacerse cargo de instituciones benéficas, como hospi­ tales y asilos. Los atenderían con celo en casos concretos, pero sin tener que residir en ellos ni estar dependientes de ellos en cualquier momento. Parece que la observancia regular, dentro de una vida común exigente, tenía prioridad a la hora de je­ rarquizar los ministerios. 918. En cambio, encontramos bien documentado el gesto de enterrar en las iglesias y cementerios capuchinos a los niños 445

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