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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica mera parroquia aceptada por los capuchinos españoles fue la de Melilla, en 1940. Posteriormente, dada la creciente dismi­ nución del clero, se ha ido aceptando en todas las provincias este ministerio a requerimiento de los obispos. En clima de renovación pastoral a raiz del Vaticano II, las actuales Consti­ tuciones permiten que se acepte este servicio a la Iglesia, sobre todo en las zonas donde el capuchino pueda dar mejor testi­ monio de minoridad y realizar al mismo tiempo su peculiar forma de vida y de trabajo en fraternidad. La parroquia capu­ china abraza y condensa todas las formas de apostolado tra­ dicional y moderno de la Orden: predicación, confesonario, asistencia organizada a los pobres, enfermos y necesitados, las escuelas, asociaciones religiosas, etc. Es un extenso campo donde el capuchino, vocacionalmente apóstol, puede moverse holgadamente sin perder su fisonomía tradicional, tan querida y respetada por el pueblo, cuyo servicio asumió siempre la Orden. BIBLIOGRAFIA AGAPITO DE SOBRADILLO, El año de elocuencia de la legislación capuchina, como precedente del curso de Pastoral de la Constitución “Sedes Sapientiae", en Miscellanea Melchor de Pobladura II, Roma 1964, 61-83. AMBROSIO DE VALENCINA, Reseña histórica... o.c., índice de vols. I-II. BUENAVENTURA DE CARROCERA, Preparación apostólica de los jóvenes religiosos sacerdotes, en Naturaleza y Gracia 9 (1962), 283-315 CARGNONI, COSTANZO, L ' Apostolato dei Cappuccini come “redundantia amore", en La vita dei Frati Cappuccini ripensata nel 450° anniversa­ rio della loro riforma, Roma 1978, 51-85, o en Italia Francescana 53 (1978) 359-393. EMILIO DE SOLLANA, Los capuchinos en Murcia 1616-1835, en Estudios Fran­ ciscanos 63 (1962) 31-35. GONZALEZ CABALLERO, ALBERTO, El Bto. Diego J. de Cádiz, misionero 316

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