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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica precedentes en la historia de los capuchinos. Las Constitucio­ nes vigentes hasta 1968 ordenaban que en los conventos hubiera a ser posible algún pequeño aposento con chimenea para hospedar a algún pobre peregrino o forastero, “ como lo pide la caridad y nuestra pobreza lo sufre” . Así por ejemplo, sabemos que, en el convento de El Pardo, se daba alojamiento a los arrieros que pasaban por aquel monte. En los conventos de Cataluña encontraron una caritativa acogida los sacerdotes franceses huidos de la Revolución; religiosos asimismo france­ ses fueron acogidos en los conventos de Bilbao, Jadraque y Toro. El P. Santander se hizo patrocinador de esta forma de asistencia, poco sentida entonces en el resto de España por la animosidad contra Francia. En los tiempos actuales, con las emigraciones masivas de obreros españoles al extranjero, los capuchinos se ofrecieron a compartir la misma suerte como ca­ pellanes de emigrantes en tierras de Francia, Suiza, Alemania, Bélgica, e incluso en la lejana Australia. 596. Otro de los importantes grupos sociales marginados por nuestra sociedad hedonista y utilitarista son los subnor­ males. También a ellos ha llegado la preocupación cristiana y el esfuerzo apostólico de los capuchinos. Así, para citar un ejemplo reciente, Rafael Pozo funda un centro laboral, llama­ do “Paz y Bien” , en Santiponce (Sevilla). Allí conviven los deficientes mentales, dándoseles oportunidad de sentirse per­ sonas, útiles a la sociedad, mediante el aprendizaje de un ofi­ cio, adecuado a su capacidad, y una formación humana y re­ ligiosa. 597. En el sector de la enseñanza, la Orden se había mante­ nido al margen por no considerarla finalidad específica. Cuan­ do en 1815 Fernando VII impuso a las Ordenes religiosas abrir escuelas gratuitas de primera enseñanza para la clase pobre, el vicario general de los capuchinos españoles Mariano de Bernar­ dos se vio obligado a pedir y obtener dispensa. Fuera tal vez de algunos casos aislados en conventos ubicados en zonas rura­ les o pastoriles, donde a algunos niños se les enseñaba las pri­ meras letras, esta forma de apostolado es de creación moderna, 308

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