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Los Capuchinos en laPenínsula Ibérica 181. Pero continuaba vivo el fervor de los primeros tiem­ pos. Se había intensificado el cultivo de la oración, de la pobreza, de la vida común. La nueva reforma, crecida rápida­ mente en número y en eficiencia, había adquirido conciencia de ser una fuerza de primera línea al servicio de la Iglesia. Cul­ tivaba los estudios con seriedad, formaba sus grandes predica­ dores, gozaba de popularidad y de prestigio ante todas las cla­ ses sociales, desarrollaba audaces iniciativas de apostolado, es­ pecialmente en la empresa de la restauración católica; la Santa Sede echaba mano cada vez más de los capuchinos para misio­ nes de gran responsabilidad. Es, sobre todo, el período de gran­ des frutos de santidad, a juzgar por los que han sido canoniza­ dos o beatificados. 182. No hemos de extrañarnos de que tanto los fundado­ res de los primeros conventos de Cataluña, Valencia, Aragón y Navarra, como los iniciadores de la vida capuchina en Castilla y en Andalucía, se sintieran animados de una ardorosa volun­ tad de superación en punto a austeridad y a retiro del mundo, mientras daban muestras de una fácil integración en la realidad social. Se comienza con una primera etapa de rigor extremoso, que dura algunos decenios; sigue una centuria de equilibrio entre el culto al rigorismo, siempre muy acentuado, y las exi­ gencias de la vida común y del apostolado. En la segunda mi­ tad del siglo XVIII se rompe el equilibrio y, para mantenerlo, se cede al formalismo observantista, vacío de contenido, en tanto que los conventos rebosan de frailes. Las medidas rega- listas, primero, después la supresión napoleónica y, finalmen­ te, la exclaustración general, dejarán la Orden en trance de de­ saparición en España. Pero quedaba vivo el rescoldo entre los pocos exclaustrados que habían acrisolado su fidelidad perpe­ tuando la vida capuchina en América Central, en Ecuador, en Bayona; ellos formarán una generación nueva de jóvenes, que muy pronto asumirán audazmente la tarea de la restauración. Estos beneméritos hombres nuevos tienen, así, conciencia de hallarse en medio de una sociedad nueva, pero su empeño es de verdadera “ restauración” , algo así como cuando se quiere recomponer, con los materiales anteriores, un edificio de gran 120

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