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1“ CENTENARIO DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA CAPUCHINA DE ANDALUCÍA ( 1898- 1999) También ejerció muchos años de portero, donde pudo practicar lar­ gamente con los necesitados su gran amor y su infinita caridad. Las porterías de Fray Marcos eran famosas: todo lo que caía en sus manos pasaba inmediatamente a las ele los pobres. Cuentan y dicen de él que su amor a los pobres era tan grande, que en el lecho de muerte, cuando le llevaban la comida, guardaba el postre debajo de la almo­ hada para hacerlo llegar, por medio de otro hermano, a algún nece­ sitado que llamaba a la portería. Su vida estaba basada sobre los pilares de la oración y el trabajo, a los que había que unir su extraordinario amor a la Pasión de Cristo, su profunda devoción a la Virgen, en cuyas solemnidades deleitaba a los religiosos con versos ingenuos llenos de simplicidad y candor. Su vida terrena terminó en la Epifanía del Señor de 1950, aquel día recibió el mejor regalo que los Reyes Magos pudieron hacerle: el cielo, donde por toda la eternidad vivirá contemplando a la Señora y a su Divino Cordero. En la lista del necrologio cabe destacar, además de los ya menciona­ dos: Los PP. Ildefonso de Sanlúcar, Melchor de Santa Ana, Marcelo de Castro, Alberto de Galaroza, Fray Pastor de Cañas. Además, por ser el único convento de la Provincia que tiene cementerio propio, en él descansan los restos de numerosos hermanos que, tras su muerte, van siendo posteriormente trasladados a dicho cementerio. Superiores: Pedro de Castro, Vicente de Granada (1898-1902); Diego de Valencina (1902-1905); Daniel de Riaño, Ramón de Gines (1905-1908); Ramón de Gines (1908-1910); Salvador de Revi­ lla (1910-1913); Juan Bta. de Ardales, Luis de Valencina (1913- 1917); Luis de Valencina (1917-1920); León de Herrera (1920- 1923); Jacinto de Chucena (1923-1926); Pedro de Purchil O

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