BCCCAP00000000000000000000141

1EK CENTENARIO DE I A RESTAURACIÓN DF. LA PROVINCIA CAPUCHINA DE ANDALUCÍA (1898-1999) cuna, figura central en las pascuas de Navidad de un nacimiento que armaba en su celda, con unos decorados de su propia mano que en nada desentonaban de la moderna pintura surrealista. Venidas muy a menos sus facultades mentales, a paso de viejo buscaba la puerta del bosque, y como viera a dos padres que le ganaban la delantera, les dijo a tres malencarados que se le acercaban: ¡A esos, que nosotros los hermanos sernos unos infelices! Casi todos los estudiantes nos encontramos reunidos en casa de D q. Dolores Reina, que nos puso de comer lo mejor que pudo y se disponía a sacamos colchones para que pasáramos la noche, cuando le avisa­ ron de que un grupo de graciosos había entrado en su corral con la pretensión de echamos de su casa; pero aquella santa mujer resultó la fuerte que tan bien describe el libro de la Sabiduría. Se plantó en jarras delante de los muy atrevidos, y en mi vida he visto tan bien empleadas esasfrases cobiistas y algofuertes que time el pueblo andaluz en el repertorio de sus modismos para meterle el resuello en el cuerpo a los desalmados. Alejado el peligro, ella misma se armó de tijeras y peine, y lo mejor que pudo nos fu e rapando las tonsuras, nuestro pobre idolillo. Dios se lo pagó con una santa muerte, asistida por un reli­ gioso nuestro, y la comunidad, con un solemne funeral en el convento. Si en las malas ocasiones se conocen los amigos, bien probó que lo era el padre López, sacerdote del clero secular; exponiéndose a todo, por desconocerse las verdaderas intenciones de la turba, apenas supo nuestra desgracia subió al convento, todavía invadido, y al no encontramos en él nos buscó, llevándonos en taxis a su casa y a la de sus amigos. El padre Guardián con otros religiosos se refugiaron en la antigua Almona, edificio de la Diputación Provincial de Sevilla para colonia escolar durante el verano, del que eran porteros los hermanos del padre Ildefonso de Sanlúcar, y que gustosos se prestaron a ello, exponiéndose a mucho. Una pareja de la guardia civil les llevó del convento la cena dispuesta para aquella noche, respetada por la gente ante el clásico temor de que la hubiéramos podido envenenar.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz