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empezado a fundarse y, poco después de haberse tomado el ■convento de Santa Eulalia, cuya fundación se verificó el año 1578. Así trasladado, se manifestó luego astro luminoso que se llevó la atención de todos. Con un natural amable, un genio dulce, un aspecto santo, juntaba la perfección más encumbra­ da; por lo cual, los Prelados no dudaron en confiarle el cargo de Guardián, cuyo oficio ejerció casi siempre mientras vivió en la provincia. Y para que sus virtudes y ejemplos produje­ sen mayores frutos, le confiaron la educación y enseñanza de los. novicios, constituyéndole maestro de ellos en nuestro con­ vento de Santa Eulalia, empleo que desempeñó por algunos añes con 110 menor acierto que utilidad de nuestros jóvenes. Veían a la verdad todos en este Padre un conjunto de virtudes tan perfectas y eminentes, que le colocaba en una esfera ver­ daderamente admirable. Aquella vida austera y penitente que había observado en Italia ya desde su ingreso en la Religión, la continuó en España con tanto rigor, que uno de los testigos que deponen en su vida, 110 duda decir que las mortificaciones que hacía eran tan extraordinarias que ponían espanto. An­ dar descalzo sin sandalias, dormir sobre las desnudas tablas, velar gran parte de la noche, eran para él mortificaciones co­ munes y ordinarias. En las disciplinas se mostraba tan seve­ ro, que a más de muchas extraordinarias que añadía a las or­ dinarias de la Orden, se azotaba ya con instrumentos entrete­ jidos con alfileres, ya con una cadena de hierro hasta derra­ mar sangre. Era asimismo rigidísimo en la abstinencia, ayu­ nando no sólo los ayunos acostumbrados, sino también otros de devoción, distinguiéndose singularmente en las vigilias de María Santísima, las cuales ayunaba con tanto rigor, que no comía cosa alguna. Siendo Superior, se hallaba una vez in­ dispuesto en nuestro convento de Santa Eulalia y nunca pu­ dieron persuadirle de que comiera carne, ni huevos; lo cual, visto por Fray Juan María de Perpiñán, movido a compasión, le aderezó algunas acelgas, poniendo en ellas un poco de es­ pecies, para que tuviesen o mejor gusto o mayor" sustancia; pero el varón abstinente, cuando entendió aquel regalo, co- — 65 — s

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