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P. VICENTE DE MUNÉBREGA Este año de 1708 fué agregado a la corte celestial el Pa­ dre Vicente de Munébrega, sacerdote de esta provincia de Aragón, el cual echando mano de armas espirituales tan eficaces como la mortificación corporal y la oración frecuen­ te y asidua, llegó a superar valerosamente las más grandes tentaciones del demonio y de la carne, saliendo en todas ellas victorioso. Era tan asiduo al servicio de Dios que, de 110 hallarse ac­ tualmente ocupado en su ministerio sacerdotal, o en el con­ suelo de las almas de los prójimos, jamás ¡faltaba al coro a cantar las divinas alabanzas y a la oración. Fué vigilantísimo de la observancia de la regla seráfica, componiendo y dirigiendo todos sus actos conforme a lo pres­ crito en ella y en las sagradas Contituciones. Observaba con todo cuidado, ad unguem, hasta las más pequeñas ceremo­ nias litúrgicas y monásticas, como cosa de mucha monta e importancia. Con tanto entusiasmo amaba la altísima po­ breza franciscana, que nunca quiso tener para su uso. sino solamente aquellas cosas que expresamente nos concede o permite la regla. Con todas las fuerzas de su alma se dedicó a la adquisi­ ción de la verdadera humildad, para lo cual escondía con mu­ cha industria y disimulo los ricos tesoros de sus virtudes y santidad con que el cielo le había enriquecido en la presen­ cia de Dios y de los hombres. Por amor a esta virtud, decli­ nando siempre los oficios honoríficos y altos, se inclinaba, por el contrario hacia los oficios más humildes y prefería es­ tar sujeto a todos antes que mandar y ser superior a ninguno. Huía cuanto le era posible de todo honor que se le quisiera — 214 —

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