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Cl'LTURA DEL PUEBLO MOTILON 79 temprano envueltos por la misma . El egoísmo, la am– bición, la agresividad, etc., de determinados grupos han sido los que han desatado, por lo general, esta pes– te tan común y perniciosa. Los rndios motilones no se han visto exentos de las guerras ni de las simples reyertas o escaramuzas; no de las internas, por lo menos en tiempos recientes, si– no de las externas, a saber, contra los indios vecinos y contra los blancos de su alrededor. Porque hay que advertir que los ataques inmemoriales de los motilo– nes no solo se han dirigido contra el advenedizo, con– tra el blanco, sino contra sus mismos congéneres, los ind10s vecinos de diversas denominaciones. Y esto no tan solo ahora sino desde hace siglos, aun antes de lle– gar los españoles a América. Por lo menos este fue el estado de cosas que encontraron los primeros conquis– tadores que pisaron o bordearon el entonces extenso habitat motilón (37). ¿A qué habrá que atribuir tal belicosidad? El motilón es de por sí pacífico, suave de carácter. Así lo vemos hoy día. Quiere pues decir, que si ha procedido en forma dura, áspera, contra todos los que le rodean, ha sido porque se ha visto impulsado a ello. ¿Cuál ha sido la causa? No hay otra explicación por lo menos desde hace cuatro siglos hasta el presente que la usurpación por parte de los ex– traños de las tierras que tradicionalmente han ve– nido perteneciendo a los motilones. Usurpación que ha sido permanente, indefectible, despiadada. Si se tiene en cuenta que los bosques y los ríos de esas sus tierras les son vitales para su subsis– tencia, y que de ellos extrae el motilón lo que se re– quiere para su dieta normal, se comprenderá el interés del motilón por conservar tales bienes. Estos despojos traen como secuela inevitable los robos, las muertes, el destrozo de las viviendas indígenas, etc. Ante tales de– sacatos el motilón no ha podido permanecer indiferen- (37> Véase El Indio Motilón y su Historia, cap. l.