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70 P. ANTONIO DE ALCACER casos de poligamia. En ocasiones se ha visto que al fa– llecer el marido de determinada mujer, bien de acci. dente bi~n de muerte natural, aquella ha sido tomada por esposa por otro sujeto del mismo grupo, ya casado. En la 1}1entalidad primitiva del motilón no cabe el concepto platónico del amor. Pocas, en efecto, son las sociedades ·ae este mismo nivel cultural que se dejen influenciar por tales idealizaciones amorosas. Ello no obstante, no se carece de preferencias en cuanto a la aceptación de la pareja sexual, basada más gue en otra cosa, en simples impulsos fisiológicos. La unión entre parientes genéticos está estrictamen– te vedada entre los motilones. Esta prohibición rebasa la segunda generación y se extiende no solo a los pri– mos paralelos, sino también a los primos cruzados. Es– tas restricciones explican en parte las uniones ocasio– nales del varón con mujeres pertenecientes a grupos distrntos al suyo. En estos casos se verifica la ley táci– ta de la hospitalidad, gue obliga a ceder -al huésped bien la mujer de la casa, bien alguna de las hijas del anfitrión, como signo de amistad y en espera también de reciprocidad para oportunidades veniderás . Ya es conocida del lector la costumbre de los moti– lones de vivir comunalmente en un bohío de grandes proporciones, en el gue se albergan varias familias, las gue conforman el grupo. Ahora bien, como muchas de estas familias gue conviven en el aislado caney son pa– rientes entre sí en cierto grado, el motilón busca a su futura esposa entre las mujeres de grupos distintos al suyo. No obstante, de no existir parentesco alguno con la persona del mismo grupo con la gue aspira casarse, no hay prohibición para que tal matrimonio se verifi– que. Es decir, que se da entre ellos básicamente la exogamia, si bien se tolera la endogamia dentro del grupo, con tal que se evite el contacto y la unión entre parientes.
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