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CULTURA DEL PUEBLO MOTILON 63 nos masticando hojas de "ishiranki" y otros, distrayen– do el hambre con algún banano. Al anochecer se re– cogen todos en el caney. Prenden fuego a los hogares familiares. Algunos mños van al río por agua. Se en– tretienen conversando sobre las incidencias del día. Ríen, cantan a veces, algunos pequeños lloran; gritos de los mayores reprendiendo a los revoltosos. . . Pa– ra entonces ya está la comida preparada: pescado o car– ne, yuca hervida, plátano. . . Todo cuanto han logra– do recoger durante el día. Poco a poco van cesando las voces dentro del rancho. Las lfamas van desapare– ciendo; persiste el humo por horas; algunos se acues– tan; caen primero rendidos los niños; después los va– rones; se hacen el amor momentáneamente; se acallan por completo las voc;es) y, al fin, todo es paz, sereni– dad, reposo. De vez en cuando alguno sale del bohío para de– fecar u orinar; van a donde les plazca; no tienen sitio fijo; a veces, a cuatro pasos de su viv1enda. Si el fue– go no se ha extmguido aún, se e!1ciende una tea para alumbrarse y defenderse de posibles fieras. Por lo descrito se observará que la higiene del motilón es ca– si nula. Y no solo en esto, sino en muchos otros deta– lles: casi no se bañan; cuando lo hacen es o porque han de pasar algún río o están dedicados a pescar ; no tienen casi ningún cuidado al preparar los alimentos; los toman mezclados con suciedades, tierra, desperdi– cios . . . El agua que consumen es por lo general sucia y basta corrompida. En tales condiciones, _no es extra– ño el que pululen las enfermedades e infecciones en to– dos los bohíos. RECREO PERSONAL Entre los adultos no existe un tiempo consagrado al recreo y a la diversión personal. A veces se gastan bromas, muy infantiles por cierto, de las que se ríen

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