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mente, en excursión de 15 días realizada con el teniente político y su secretario (8). Los Padres Clemente y Juan se dieron con tal ardor a la predica– ción misional por los pueblos de Imbabura, que se resintieron ambos en su salud. Al tiempo que les felicita por su celo apostólico, les pre– viene el comisario Artavia que ejerzan su ministerio con orden y moderación; que no acepten fundación alguna hasta la proclamación del nuevo presidente de la república ni ocupen el convento de Ibarra hasta que las Madres Betlemitas pasasen a su casa que estaba en constrncción (8). No debieron de considerar nueva fundación los Padres Clemente y Juan la parroquia de Mariano Acosta, al hacerse cargo de ella, "por especial recomendación del Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Alejandro Pasquel Monje", la parroquia civil de Mariano Acosta. Tomaron pose– sión, con las mismas facultades que los párrocos, el día primero de mayo de 1934, en tanto que don José María Velasco !barra no inauguró su magistratura hasta el día primero de septiembre del mismo año. "Después de 39 aiios de ausencia de esta nuestra querida patria, hemos regresado a hacer el bien a nuestros hennanos compatiiotas y estamos listos a sacrificarnos por ellos, porque nos anima el mismo espíritu de nuestro Padre San Francisco, el cual, como imitador per– fecto de nuestro Señor Jesucristo, buscó a toda costa la salvación de las almas. Fray Clemente de Tulcán y Fray Juan de Bolívar" (10). Por el mes de septiembre se despidió el P. Clemente de los Hnos. Cristianos, cuya hospitalidad elogia encendidamente, y se fue a vivir a una casa de paja y barro, propiedad de la Srta. Rosa Moncayo y próxima a la iglesia de la VOT. Sus dos compañeros continuaban en Ambuquí y en Mariano Acosta. El día 18 falleció "nuestro gran amigo y protector" el obispo de Ibarra, Mons. Alejandro Pasquel Monge. Y el 28 tuvo el P. Clemente la suerte de recibir en su "hostería" a fray Emilio de Tulcán. El día 4 de octubre se celebró la festividad de San Francisco en la que fuera iglesia de capuchinos y que funcionaba como parroquia, servida por el Dr. D. Vicente Ponce, que hizo el panegírico del santo patriarca y de sus hijos capuchinos, que en el pasado se habían gran– jeado el afecto de toda la comarca. El Cabildo de !barra, compadecido de la estrechez en que vivían los hermanos Clemente y Emilio, se ajustó con las Madres Betlemitas para pagar a medias el alquiler de otra vivienda, por 50 sucres al mes y 83
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