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El viceprovincial Santiago Ran1írez, cronista según creo de la asamblea precedente, comenta que se renuncia a los colegios por menos conformes al nuevo rumbo pastoral; porque absorbe demasiado personal; y porque, aunque no absorbiera tanto, son pocos los religiosos inclinados a la docencia. "Se estudiará la forma de ir entregando o ir solucionando progresivamente el asunto de los colegios". Intenta justificar el presunto abandono de lba1Ta por antitestimoruo en razón del edificio y por superfluidad cuando hay tantos núcleos de población menos atendidos por sacerdotes. También se le antoja antitestimoruo el que fuera "Colegio San Lorenzo de Brindis" en Quito, por carecer de toda función social. Bueno fuera desprenderse de él, opina, por donación o por venta. La asamblea del 71 se decantó abiertamente ---continúa exponiendo Santiago Ramírez- - por la evangelización; convertirse en "misioneros evangelizadores", pobres entre los pobres, en casas pobres y pequeñas, como las del ambiente en que se vive, en actitud "fraterna, apostólica, en minoridad, viviendo la pobreza y humildad de nuestro Señor Jesu– cristo, traducida en formas concretas y visibles". Conversión interior y exterior, formación y convivencia con las "comunidades eclesiales de base". Apela en su abono a los números 11 y 46 de las nuevas constitu– ciones y al documento 14 de Medellín (12). Se presentan como impulsos fundamentales, en la bitácora de renovación y cambio, el I CPO (Primer Consejo Plenario de la Orden) y la reunión subsiguiente de los superiores de América Latina, habidos en la casa viceprovincial de Quito, desde 4 a 24 y desde 25 a 30 de octubre de 1971 , respectivamente. A que añade Santiago Ramírez los ejercicios espirituales, franciscanos, de renovación, dirigidos por Lázaro Iriarte. Como lección del I CPO se reafirma S. Ramírez en la enajenación del edificio y solares de la Concepción de Quito y en el abandono de !barra, dado que, por fin, la provincia de NCA se conformó con lo resuelto en la asamblea (13). La persistencia de S. Ramírez en estas liquidaciones inmobiliarias, aunque muy acorde con su ideario, no obedecía a capricho; la "comisión de fraterrudad", inspiradora de los acuerdos de febrero del 71, había propuesto el arriendo, venta o simple entrega de la _"casa pastoral" de Quito a la curia archidiocesana o a alguna entidad r·eÍigiosa que la hiciera funcionar como escuela o colegio (14). Pero ambas enajenaciones, las de !barra y Quito, quedaron en suspenso cuando la asamblea provincial celebrada en Quito, del 28 de 568

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