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El día 8 de abril de 1973 bendecía el prelado de la diócesis las primeras 40 viviendas, cuyas llaves entregaba el alcalde de Tulcán a otros tantos miembros de la cooperativa; y al P. Carlos, la medalla de oro del reconocimiento. Para mediados del año 1977 eran 52 las viviendas en servic10 familiar. Asombroso el trabajo de remoción de tierras, para salvar desniveles profundos, el de canalización higiénica y la apertura de caminos y asentamiento de calles. Y no todo fue obra del municipio. Otras dos cooperativas, promovidas por el mismo Carlos de San Isidro, en el ejido de Tulcán, con la razón social de "4 de Octubre" y "San Francisco", estaban funcionando, merced a un crédito estatal, en 1973. Para el mes de julio de 1977 se habían entregado 150 casas, en dos plazos de 36 y de 114 respectivamente; quedaban 142 en cons– trucción. El P. Carlos no es en estas dos cooperativas el responsable, como en la de betuneros, sino el promotor. Y de ellas, solamente la de "4 de Octubre" se considera cooperativa de vivienda; la otra, agro– pecuaria, con 50 socios, dueña de 300 hectáreas de terreno cultivable, cuya compra se había amortizado para el año 1977. Cooperativa de vivienda fundada también por P. Carlos es la de choferes, 40 de los cuales gozaban de propios lares en 1980. Eusebio de lturgoyen, por no ser menos, organiza, con los braceros de la hacienda "San Nicolás" una "Cooperativa Agrícola Modelo". Por febrero de 1973 viaja a Quito para gestionar la aprobación de los estatutos. Vecinos del ban·io "El Consuelo" en número de 38, en situación laboral aleatoria, con salarios de 15 sucres por jornada de trabajo, cuando los contrataban, se agruparon al socaire de los muros conventuales. Con la venta de 3.000 · metros cuadrados de huerta, se creó un fondo de crédito al 5 % , con el que, al parecer, pudieron dichos braceros comprar la hacienda de 500 hectáreas que venían cultivando por cuenta ajena. El primer plazo de 250.000 sucres se amortizó a su debido tiempo; restaban por amortizar otro par de cientos de miles, que se iban saldando en años sucesivos mediante la explotación forestal y agropecuaria. El cronista menciona con agradecimiento el anticipo de la viceprovincia y la potente volqueta que les había regalado la superiora de las l.Vlisioneras FranciscanD.s de la Inmaculada, Sor Olga Oesch. En carta del viceprovincial Santiago Ramírez al padre general, explica el fin social de la venta de la huerta conventual (urbana por hallarse en el casco de la población), "para crear un fondo común rotativo, con el que promover cooperativas agrícolas entre los labra– dores por cuenta ajena en Tulcán" (lo que signüica que el préstamo anterior continuará flotando al margen de la economía viceprovincial). Meses más tarde apremiaba al síndico de la Orden en Tulcán, Elías 545

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