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acicate Ramón Echegaray, que recibió la sociedad con un capital de 50.000 sucres y la despidió, al ser elegido viceprovincial, con un fondo de 700.000 sucres, pertenecientes a unos cien socios. No he visto las escrituras de constitución; pero parece que funciona a modo de socie– dad limitada. El capital social no es propiamente un fondo de reserva, sino un fondo operacional. Se presta a los socios al 10%, en tanto que los socios perciben un 6% de sus aportaciones a la cooperativa. Pueden alcanzar los préstamos al doble del dinero depositado por el prestatario, con la debida garantía fiduciaria de cualquiera de los socios que pueda darla. Estos créditos les permiten montar o comprar un traspaso de negocio, levantar un piso sobre la propia vivienda para arrendarlo, adquirir cierta autonomía financiera y un seguro de vida. Ningún banco les habría hecho tales anticipos, por falta de solvencia; ni los habrían solicitado por exceder del 17% el interés medio anual. Aunque un cierto corresponsal (1) lamente la ninguna incidencia de dicha cooperativa en la vida parroquial de Santa Ana, siempre será de alabar el espíritu de ahorro, el sentido de solidaridad y la mejora de vida suscitados directamente en los socios y sus familias e indirecta– mente en la feligresía parroquial de Santa Ana. B) FRATERNIDAD DE TULCAN Consigna el cronista local que por el mes de febrero de 1969 dio el P. Carlos de la Vega en la flor de proveer de vivienda digna a limpia– botas y mozos de cuerda, cuya actividad laboral juzgaba más precaria y miserable que ninguna otra. Tuvo que recU1Tir a toda su gracia persuasiva para reunirlos en asan1blea y coordinar sus esfuerzos en una empresa común que se denominó "Cooperativa de betuneros y cargadores". Su hermano, Mons. Clemente de la Vega, obispo de TuJcán, donó el terreno y recabó de una institución norteamericana 10.000 dólaxes; otros 10.000 remitió el padre general, Reverendo Pascual Rywalski (2) ; 260.000 sucres anticipó Santiago Ramírez en nombre de la viceprovincia; 80.000, a petición del Padre Carlos la organización COBIVEC; la cooperativa de transportes "La Bolivariana" prestó gratuitamente vehículos para acarreo de material; el Honorable Consejo Provincial del Carchi se encargó de la infraestructura. Y el P. Carlos de la Vega, de multiplicar los valederos, dirigir y coordinar los trabajos, conducir camiones, organizar peleas de gallos y partidos de fútbol. 542

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