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Las provincias quedan obligadas a destinar a sus respectivas custo– dias el personal necesaiio; y durante el primer cuatiienio, por lo menos un sacerdote, dos clérigos y un hermano lego por año. Todos son inter– cambiables, entre la provincia y la custodia, previa anuencia del P. General. Cada custodia debe disponer de sus centros propios de formación; escuela seráfica, noviciado, coristado. Queda encomendada al definito– rio provincial la elección del maestro de novicios y de los lectores de filosofía y de teología. · No podrán hacerse nuevas fundaciones, ni de conventos ni de residencias estables sin el consentimiento del definitorio provincial. Cada custodia cai·gará con los gastos de viaje del visitador provincial (2). En tanto que el Rvmo. P. General interpreta aquella nueva ordena– ción jurídica como un avance desde lo provisional (comisariato) a lo estable, canónico y normal (custodia), los religiosos albergados en !barra, Tulcán y Túquerres reciben la mudanza con visible desencanto; porque esperaban se respetase el "renombrado comisariato de Ecuador" sin otra subordinación intermediaria que una cierta unión moral con los capuchinos de España y con los misioneros de Manabí (3). La nueva vinculación a una entidad menor, como era la provincia de Aragón (con Navarra y Cataluña), aunque mem1ara la tradicional autonomía, gai·antizaba un mejor servicio de personal. Regresó de España el primer custodio, Melchor de Tivisa, con once religiosos, entre ellos el P. Antonio de Calamocha y los estudiantes fray Guillermo de Morentin, fray Severiano de Adiós, fray Joaquín de Pamplona (futuro obispo de Guam) y los hermanos legos fray Pacífico de Estella y fray Cayetano de Arraiza. El P. Angel de Villava, después de haber emprendido en La Con– cepción de Rioverde la primera residencia capuchina de la región de Esmeraldas, y de haber activado la construcción de las iglesias de Zapayo y de Limones, tuvo que delegar su obra misionera en los padres Gaspar de Cebrones y Antonio de Calamocha, secundados por los he1manos fray Cayetano de Arraiza y fray Felipe de Pasto, para ejercer en Túquerres la guardanía, continuar las obras de convento e iglesia, y explicar teología a seis estudiantes, dos de ellos ordenados in sacris. El 21 de febrero de 1892 fue la inauguración solemne del convento de Túquerres. Había precedido un triduo durante el cual, el alcalde 52
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