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cristiano; y se marcó el rumbo a toda futura iniciativa de promoción humana y evangélica (92). En Nanegalito, J. M. Irure da un fuerte impulso al movimiento cooperativista. En Pacto, Francisco Ostériz completa su acción pastoral con la de dotación de la iglesia y el acomodo de su vivienda. Desde el 12 al 22 de diciembre de 1973, 32 misioneros (clérigos y seglares, hombres y mujeres) tratan de suscitar en 15 núcleos de pobla– ción, no solamente una mayor vivencia cristiana, sino un mayor espíritu de colaboración laboral y mutua cooperación social para una mejor defensa contra las injusticias humanas (93). La comunidad parroquial de Nanegal distribuye su labor en dos secciones: a) de desarrollo comunitario, con equipo informativo (responsable del censo), de salud (dos médicos, tres enfermeras y una religiosa dominica), de desarrollo humano (muy complejo) y de asesoría jurídica gratuita al pobre de solemnidad, con dos abogados; b) de desarrollo pastoral, con equipo de reflexión y de pastoral (sacerdotes, religiosas dominicas, cuatro parejas de casados), equipo de liturgia (cada misa dirigida por un grupo distinto de personas) y equipo de oración, que se reúne todas las noches (94). Dieron nuevo empuje al proyecto de formación de seglares comprometidos en la tarea evangelizadora Mons. Leonidas Proaüo con su cursillo de septiembre de 1974 para líderes de Pacto, Gualea, Nanegal y Nanegalito; y Santiago Ramírez, promotor principal de la evangelización del pobre, con sus charlas de los días 8 y 9 de octubre (95). Pan y catecismo -había escrito el Papa Pío XI-. Mientras el vice– provincial Santiago Ramírez desarrolla las lecciones de catecismo, su secretario, procurador y síndico, Ildefonso Gordillo, busca la manera de aumentar la ración de pan a los moradores de la zona. Con rendido agradecimiento evoca ante el señor Ministro de Gobierno los 600.000 sucres anuales que, del presupuesto estatal, se venían desgajando para atenciones socio culturales de aquellas gentes del N. W. de Pichincha. Pero los gastos del último ejercicio habían superado en 87 .098 sucres a los ingresos, según cuenta detallada que presenta de cada una de las partidas: subsistencia de misioneros y de empleados, vehículos, cursos de cooperativismo, promoción social en Tulcán, Cumbayá, Quito (96), Gualea, Nanegal, medicinas, dos plantas de energía eléctrica, obras en Nanegal, Gualea y Pacto; cursos de especialización de los misioneros en 509
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