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grupos ribereños, celebra misa José Angel y regresan a Puerto Quito sin haber catado ni una banana ; "cansados y hambrientos, pero contentos de haber podido conversar con aquella gente solitaria y animarlos a rezar todos los días a Nuestra Señora". Entre tanto, Joaquín, al que entraron sospechas sobre la lucha por la vida de la negra anfitriona y de sus dos hijas, determinó mudar de choza. Celebró misa en la nueva hostería y administró bautismo a varios niños, como se había hecho en otros parajes. Tampoco aquella noche pudieron conciliar el sueño, porque en la misma habitación se acomoda– ron (o entraron) seis mujeres y diez niños. De nuevo, al río o a la orilla, a tenor del cauce, con sed abrasadora, hambre de gitanos y sol implaca– ble, hasta el río Blanco y hasta La Unión. "Gracias a Dios nadie sabía que fuéramos sacerdotes ni misioneros" -comenta el hermano Matías---. Tales llegaron de andrajosos, mugrientos y desgreñados. En Santo Domingo de los Colorados las religiosas lauritas acogieron a las misione– ras; y los religiosos combonianos a los tres aventureros. En el bus de línea regresan a la capital. "Correría muy alecciona– dora; palpamos el abandono en que viven tantas almas" (71). Y repitie– ron la experiencia. Por ella debe calibrarse aquella petición que "en las entrañas de Cristo" hacen Joaquín, Bemabé y Múgica al ministro provincial de NCA: que envíe dos padres a esta "zona nueva" de Puerto Quito, comprendida de hecho en la asignación de la parroquia Gualea– Pacto a la custodia capuchina de Ecuador (72). Entusiasmado el ahora cardenal arzobispo de Quito, Pablo Muñoz Vega, "por el celo y abnegación con que el equipo misionero está trabajando en la zona noroccidental de Pichincha", quiere desplazar hacia la región de Mindo y Los Bancos a P. B. y que otro capuchino le sustituya en Santa Elena. Responde el custodio Langarica que, por el momento, no puede acceder a sus deseos (73). Propone al nuevo custodio (Santiago Ramírez) que atienda P. B. Mindo y Los Bancos ; la curia archidiocesana le asignará 1.000 sucres mensuales por esa expansión ministerial. Y Larraul atendió uno y otro distritos " con gran sacrificio", hasta que Mindo tuvo párroco propio (74). Luego de su regreso a Chontapamba se encamina el -hermano Matías con 14 catequistas a la "Casa de formación de líderes" del Inca (Quito) ; proceden estos apóstoles seglares de Nanegal, Nanegalito y Gualea-Pacto y van subvencionados por el párroco Joaquín y los dos vicarios parroquiales Bemabé y Múgica. "Nos va a costar 2'LOU0 ·i;ucres" --anota J. A. Múgica-. Adveniat les había anticipado 14.500. ' 502

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