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Desazonado porque ni sus explicaciones con diapositivas logran atraer fieles a la misa dominical. Juventud apática, difícil de encaminar hacia la parroquia. Ni con las representaciones teatrales y competiciones deportivas que viene organizando el hermano Matías. "La evangeliza– ción de la parroquia parece impalpable". Pero nadie muere sin sacramentos. En Tulipe, con hermosa capilla que apenas se visita una vez al año, el hermano Matías cambia de táctica: promueve la elección de priostes, mas no por el centavo, que nada le atrae, sino por que haya responsa– bles que reaviven las fiestas y los festejos. En Palmitopamba se resistie– ron a que se levantara ninguna iglesita; hay personas, aun de las de más viso, que se glorían de no cumplir con la Iglesia. Mellados por el protestantismo. En Nanegal les dejó sin misa el domingo de carnaval y se fue a Quito; y sin ceniza (caso inaudito!) el miércoles siguiente, como penitencia por sus excesos etílicos; y otros. Aunque mucho les pueda el respeto humano, parece satisfecho el hermano Matías de la asistencia a sus sesiones cuaresmales (año 1968) del via crucis y de proyecciones en tomo a la vida de Jesucristo. En La Perla, pueblo fundado por el hermano Matías, celebra la misa del Corpus (15 de junio), "sobre un tronco rústico en plena selva". Posible– mente ningún sacerdote había pisado hasta entonces aquellas tierras. Otro día improvisó su altar a orillas del río Tulipe, por un niño que en él se había ahogado: gran afluencia de fieles y profunda emoción. "Estos desplazamientos son muy fatigosos, pero muy útiles para las almas". De regreso camina durante tres horas y media a pie hasta Uchunacua: "son gente buena, pero demasiado aficionada al trago". Misiones (agosto septiembre 1968), por la zona de Los Bancos, en compañía de Bernabé de Larraul y de Joaquín Sánchez, que sustituye al malogrado Noain. Les acompañan misioneras AMF y de la Divina Providencia, hasta Puerto Quito. En jeep hasta el kilómetro 108; desde allí, a caballo, sobre derrumbes y quebradas resbaladizas, con grave riesgo físico. Pernoctan en chozas de indios, que "pasaban continuamente sobre nosotros". Calor sofocante, hambre perruna, · sed de camello, vericuetos infernales, desorientación angustiosa. Dos muchachos les guían hasta el río Caone; dos negros, contratados por 40 sucres, les Gonducen hasta Puerto Quito, a trechos en canoa y a trechos, por la ira de,e_spumantes cataratas, ribera adelante. En Puerto Quito, agua hervida por toda cena y comida, y el suelo desnudo por cama, es cuanto acierta .a brindarles la negra dueña de la choza. Al día siguiente J. A. Múgica y ,J:a,misionera AMF, María José, en canoa gobernada por otra negra, rernontan el río aguas arriba durante 4 horas y media; se entretienen con algunos 501

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