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pescado ni S.!3 comer.ciaba , f~era de .las grandes , ciudades, porque el nativo de la sierra nunca le tuvo ley. . _ Años hubo en que no pudieron abandonar el caserón durante dos meses seguidos, como en enero y febrero del 60. A ve~es _ocurrió lo mismo con los meses noviembre-diciembre, marzo-abril, salvo cuando algún valiente, en pleno hervor juvenil~ desafiaba aguaceros y ventarro– nes. por atender a un enfermo, una función litúrgica o una sesión de catequesis (41). Cierto día monta Vicente de Artavia en su cabalgadura para asistir a una moribunda en El Porvenir: apostolado normal, por el que no se frunce el entrecejo. Al cabo de seis horas fatigosas, regresa amohinado a Gualea, porque la enferma colombiana había rehusado confesarse (42). Pachijal, recinto de 60 habitantes, a dos días de cabalgar. El custodio Langarica, experto en trochas, se lleva consigo al superior de Gualea, Lorenzo de Aspurz, para predicar una misión. Pernoctan en Ingapi, banio de Pacto, sobre la tierra húmeda, con una sola manta para los dos. Dejan allí los caballos, porque con sus tropezones los habían magullado de tantas caídas; y lo que quedaba de camino aún era menos apto para bestias de cuatro patas. Franquean un torrente, como a pie enjuto, porque llegan tan empapados, que lo atraviesan sin enterarse. A la otra orilla esperaba arrodillado el pueblo en espera de su bendición, "que la impartimos en la facha que es de suponer". Durante los días de la misión les mortificó sañudamente una familia de garrapata que llaman coloradilla, que por cientos se cobijan bajo la piel. Tardarán más de un mes en desalojar tan importunos huéspedes. Satisfechos del fruto espiritual cosechado, aunque un par de impertérritos concubinarios , rehusaron · arreglar su situación. Entre Pachijal y la posta de Ingapi, un alto en el camino, por los aguaceros y las torrenteras : una choza improvisada con ramas y hojas y el duro suelo por colchoneta. El 4 de diciembre de 1955 llegaban a Pacto (Crónica de Gualea). Pesadas experiencias ruteras, como las de Langarica y Aspurz, hubieron de afrontar Apolinar de Tafalla, Luis de Viscarret, Eusebio de Iturgoyen, Gabriel de Azqueta, Gabriel de Echauri, Cándido Miquélez , Estanislao de Vidaurreta, Vicente de Artavia, Nemesio de los Arcos ... El día en que, emocionado y expectante, hacía su entrada en la zona, Santiago Lazcano, despatarróse el caballo, que allí se le quedó muerto; dos horas a pie, desde Chontapamba a Gualea (43). · ' De ahí el reproche al visitador provincial, que, por un derrumbe, interrumpió su entrada en la zona: "Hubiéramos agradecido a nuestros 486
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