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CAPITULO X TIERRAS DE MISION(2) Al reseñar la etapa fundacional de la custodia de Ecuador, encomendada a la provincia de Navarra Cantabria Aragón (NCA), se dedicaron sendas páginas a cada uno de estos núcleos de selva y páramo, lntag, Mariano Acosta y Gualea, por haber sido condicionantes políti– cos y también religiosos para el restablecimiento de la Orden capuchina en aquella república. La acción llevada a cabo por nuestros religiosos, breve en dos de los casos y vinculada a toda la historia posterior en el de Gualea, merece una ojeada inquisitiva. A) PEÑAHERRERA (INTAG) · 1 Se felicitaba gratamente el ministro provincial, Serafín de Tolosa, porque se había confiado a nuestros religiosos la vasta región del Intag, con su parroquia de Peñaherrera. Y trataba de presionar para que el misionero Rafael de Gulina, que parecía "hallarse en su propia salsa", olvidara Chile y Argentina y continuara sin desmayo en zona a la que se había entregado con tanto ahinco (1). Como de soledades sabía harto el P. Rafael, tras sus experiencias en China y en la Guajira, no dudó el humanitario P. Ruperto en acceder, con agradecimiento por el trabajo realizado, al relevo que se le pedía. Y como su excelencia, el prelado ibarrense, Mons. César Antonio Mosquera, porfiara en que se hiciera cargo la custodia de todo el territo– rio del Intag, a Peñaherrera fue Eusebio de Iturgoyen por sustituto de Rafael de Gulina (30 de, mayo de 1952); en tanto 1 que Máximo de Arruazu, recién llegado de la misión del Caquetá, pasaba en funciones de párroco a Plaza Gutiérrez, "conglomerado de ranchos, peores que los de los indios de Puerto Limón, con una iglesia apuntalada por todas 465
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