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El párroco interino, Enrique Sanz, había dirigido, con Mons. Luis A. Carvajal, una semana de conferencias y encuentros a grupos de casados desde el 13 al 18 de marzo de 1967 (61). Cuando estaba a punto de expirar el plazo de entrega (fecha que se ignoraba a la sazón) escribe E. Sanz al custodio Langarica: "Respecto de La Merced... Ha dicho a los PP. que la dejen el día 7 de enero. Llevamos 16 meses sin saber si nuestra permanencia en este servicio durará un día o un año" (62). Quien se me figura conocía la situación debe de ser Santos de Egüés que con fecha 21 de diciembre del 67 escribe al obispo Carvajal que ha dado orden a sus religiosos de entregarle la parroquia precisamente ese día 7 de enero de 1968 (63). Si S. E. barruntó algo de aquellas desazones, no se declara. En cambio parece no hallar palabras con que encarecer la obra pastoral realizada por el P. Enrique Sanz y sus vicarios cooperadores; y culmina en expresiones "de gratitud imperecedera a su talento, a su celo y a su virtud. . . Este bello período de administración que han tenido los Padres, será recordado por muchas generaciones con admiración y gratitud... Yo debo consignar para hoy y para la Historia para V. R. y para la Comunidad... " (64). Si non é vero... Nombró párroco de La Merced y vicario general de la diócesis de Manabí al Rvdo. P. Wenceslao Rikaveck, que venía regentando la parroquia de Calceta. Un excelente amigo de los capuchinos, hasta aquel momento; en todo caso, un partidario devoto de su contribución pastoral. Parece deducirse de la Crónica que se despidieron con pena, los miembros de la fraternidad, del servicio parroquial en La Merced, cuya feligresía les había cobrado grande afecto. Por otra parte no dan mucha fe a las palabras de agradecimiento de Mons. Carvajal. Ello es que, desde esta fecha, y a tenor del informe remitido por el custodio Santos de Egüés, decayó notablemente la acción ministerial de los religiosos en Portoviejo. Y aunque en la Crónica se registran novenas y quinarios (Picoasa, Colón, Sucre, Junín) y alguna que otra asistencia a los párrocos manabitas en confesiones y liturgias, "la predicación en los pueblos, que antes era abundante, ha desaparecido (S. Egüés). Apenas quedan otros compromisos a los tres sacerdotes de la fraternidad que "las Misas de cada día, las clases de religión en la escuela y la atención a los enfermos, que requieren nuestros servicios". Clases de religión en tres primarias, una secundaria y otra vespertina para adultos. 423

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