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CAPITULO VII PIFO.- "H C J B" Población relativamente pequeña. Hoy se cifra en 7.500 el número de sus habitaciones, de los cuales son indios 2.500, dispersados por las haciendas. En 1967, a tenor de los datos que proporcionó el señor René Salazar al P. Miguel de Arruazu (Higinio Gamboa), apenas sumaban 4.500; puede pensarse que frisarían en los 4.000 cuando, el 16 de mayo de 1954, se estableció la primera comunidad capuchina. A remolque se había aceptado aquella fundación, que el cardenal arzobispo de Quito, Carlos María de la Torre, había suplicado al custodio Ruperto de Arizaleta, "por las entrañas misericordiosas de Jesucristo", para i::ontra– restar la acción de los protestantes, que "con todo el peso de su oro y de su falacia" se habían adueñado de la comarca (1 ). En opinión del P. Ricardo de Lizaso, tras su visita pastoral (15 de mayo de 1955) fue un acierto la aceptación, por constituir la residencia de Pifo "una de las que más nos acreditan en el Ecuador" (2). Está asentada al este de la capital, de la que dista unos 25 kmts., y a unos 2.700 metros sobre el nivel del mar. Clima subtropical subandino, con temperatura media anual de 12° y pluviosidad superior a los mil mm. por metro cuadrado. Se rige por un teniente político que depende del municipio quiteño para cualquiera realización vecinal. Las más de las casas de tapial o de adobe sin enjalbegar; las calles al natural, salvo excepción. Aunque no tan acentuadamente como en la costa meridional, contrastan la estación húmeda y la seca, que en las haciendas suele provocar, según voz corriente, una mayor mortandad infantil por las aguas estancadas. Cierto que, aun sin esa causa, la simple falta de higiene basta para cebarse en sus víctimas. En 1966, de 67 defunciones, 40 son párvulos; en los cuatro primeros meses de 1980 (sequía pertinaz) de 23 muertos, 16 eran párvulos. 381

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