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resultarle vana) de aliviar al regreso las estrecheces financieras. Entre tanto habrán de bregar rudamente Viscarret y Carlos de San Isidro, porque su amplio y complejo campo pastoral se ha visto acrecentado con la feligresía de El Morro, cuyo párroco l1abía presentado la renuncia al señor obispo de Guayaquil (24). Demolida la iglesia vieja, avanza sobre sus ruinas la nueva, cuya estructura se da por terminada a mediados de octubre de 1957. No hay dudas, aunque se haya invertido como medio millón, se ha comprado un nuevo jeep (45.000 sucres) y se haya marcado nueva máquina de cine, que en los cuatro primeros meses dejó 20 .000 sucres de renta. Pero, ¡qué penurias! Sesma se declara náufrago, en busca de asidero. Bancarrota espiritual y financiera, aunque sin deudas. "AMERICA ES LA BANCARROTA DE LA VIDA RELIGIOSA" ---expresa en primer término, en letras capitales-. Y continúa por el "desastre económico" de Playas, en donde apenas hay más ingresos que los bautizos. Ni encargos de misas. Se ha de vivir todo el año de los tres meses de vacaciones. El resto, a Guaya– quil, a importunar a los mismos bienhechores de siempre, "para poder subsistir". "Estoy cansado de esta lucha; mejor, estoy derrotado, física y moralmente". Tiene que mantenerse, mantener el colegio, mantener y vestir a sus frailes, terminar la iglesia, que, a mitad de obra, "quedó muy linda y sin dejar deuda" (25). Por derrotista que parezca, no cala tan hondo ese pesimismo que llegue a reducir o a debilitar el ministerio pastoral. Se atendió a la edificación de la Iglesia de Cristo a la vez que a la de ladrillo y cemento; porque, como se comentaba en el Bol. Eclesiástico de la Archidiócesis de Guayaquil, al reseñar esta obra, "el sacerdote no ha nacido para albañil o carpintero". Y continuaba: "Los Padres en sus visitas individuales de todas las casas, consiguieron una redada de peces casi hasta romper las mallas... Unos trescientos matrimonios arreglaron su situación, sin pago de aranceles y hasta subvencionados, para que pudieran pagar los gastos del matrimonio civil, a fin de facilitarles el canónico". Una dimensión, quizá la más delicada, de su labor pastoral, que entre semana se prodiga por el colegio, iglesia parroquial y recintos en catequesis y administración de sacramentos y que los domingos se intensifica en misas con sus homilías y atenciones a la ciudadela de la Victoria y a la Cruz Roja local (26). Religiosas salesianas colaboran en los recintos y en la formación-religiosa de futuras catequic,tas. De una de esas visitas a los recintos regresaba, en el invierno del 57, el P. Carlos de la Vega (o de San Isidro), a las tres de la mañana, a pie (porque el carro se le había empozado) con barro hasta las orejas, febricitante y acribillado de zancudos (27). 353
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