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de agrupaciones juveniles ansiosas de promocionarse humana y religiosa– mente, la organización de cursillos para analfabetos; y, desde 1974, el funcionamiento de un colegio nocturno de segunda enseñanza, "Cabo Gonzalo Cabezas Jaramillo". Contó para su obra social y pastoral con las fraternidades guayaquileñas de Santa Ana y de la Sagrada Familia, con la Casa de la Juventud y con el entusiasmo y colaboración del vecindario de Alcedo. Con la capilla "Cristo Resucitado" y con su abnegada entrega a hogares y sus moradores quiso brindar una perspectiva de esperanza y de optimismo, por una auténtica regeneración individual y colectiva. Al ser promovido Ramón a la jerarquía de viceprovincial, tuvo que abandonar su parcela de la "Isla de San José" y curar sus nostalgias con visitas esporádicas (48). Quedó tan prendado de aquel infrasuburbio (pese a ciertos fracasos que nunca trató de disimular) que, de acuerdo con sus cuatro consejeros, determinó plantar allí la casa de acogida, para cuantos llamaran a las puertas del convento con cierta inclinación vocacional. Propuesta aprobada por la asamblea anual de 30 de febrero de 1976. Invita Echegaray a Javier Osés para que con R. Erburu y el secreta– rio Gordillo forme la primera fraternidad de Alcedo. "Urge esa fraternidad vocacional. Es un problema acuciante el de las vocaciones ecuatorianas"; es preciso terminar con "esta nueva forma de colonia– lismo religioso", que retarda inútilmente la solución del problema (49). Y designó como sucesor suyo a Rodolfo Erburu, no menos idealista ni menos entusiasta de la obra. Temporalmente podría contar con la colaboración del secretario Ildefonso y aun del mismo Echegaray, que esperaba brechas de evasión en el ejercicio de su cargo de superior mayor (50). Realiza Rodolfo su primer reconido de inspección el 25 de febrero de 1977. Comprueba lisamente que todavía muchas viviendas carecen de agua corriente, de luz eléctrica, de servicios higiénicos; que son no pocas las enfermedades endémicas entre sus habitantes (hepatitis, asma, gastroenteritis...); y que el refugio de caña montado por Ramón con garantía para cinco afias, ha pasado de los siete. No diré que vaya a hacer frente a todo , porque carece de medios; mas ninguno de tan acuciantes problemas escapará al Ímpetu juvenil de sus gestiones. Urge acondicionar la "casa de acogida". Mueve brigadas de carpinteros, albañiles y gasfiteros (sic) que, sobre robustos troncos de guayacán y de mangle, construyan una vivienda de dos pisos, de 6'40 metros por lado. Completa esta obra fray Pedro de Berrioplano, carpintero, alarife, electricista, en dos meses y medio de trabajo, a nueve horas diarias: 337

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