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El mismo año 1971 amanece Santiago Lazcano con tres cursos de religión en el Liceo Santa Ana; en la misma escuela imparten sus lecciones a sendos cursos, Cilveti y Echegaray, que además atienden el Instituto Dila Calero de las MM. oblatas. Echegaray dirige cursillos prematrimoniales, dos grupos del movimiento familiar, el barrio Alcedo y la juventud femenina; y es asesor de la precooperativa Santa Ana. Cilveti, laborioso coadjutor y profesor de religión, explica ocho veces por semana lecciones de formación humana en el colegio de MM. franciscanas, cuya capellanía se mantiene desde hace 15 años desde la fraternidad capuchina. Profesoras tituladas dan clase de corte y confección y de labores del hogar, cuatro días por semana (a unas cien alumnas); otra señora y señorita, enseñanza teórica y práctica de economía doméstica a unos 50 mujeres, el sábado por la tarde. La escuela "Benjamín Rosales", abierta en 1968, tiene que cerrarse por falta de alumnos (calles 24 y Febres Cordero); parece no interesa a las familias. Se intensifica la labor de catequesis que, con los niños de primera comunión, habrá de prorrogarse a lo largo del año y reanudarse después hasta alcanzar la participación activa de sus progenitores, en la doctrina y en el sacramento (38). JOSE ANTONIO OROQUIETA da un nuevo impulso con el compromiso espontáneo y sincero de 30 o 40 señ01itas catequistas que, en 10 o err 15 centros (así el cronista) van testimoniando la autentici– dad de su vivencia cristiana. Organiza asimismo un club juvenil mixto, que con su coral" no sólo anima las reuniones sociales, sino también las litúrgicas de la parroquia. Desde enero de 1973 FELIPE CILVETI hereda, como párroco, éstas y otras incumbencias, como la de coordinador de todo el clero diocesano. En circunstancias realmente conflictivas, por la sociología indigenista del obispo Mons. Aníbal Proaño, (intérprete genuino del espíritu de Medellín) Felipe Cilveti predica en Riobamba una de las novenas más concurridas en aquella diócesis, la del Señor del Buen Suceso. Y con pleno éxito, pese a que no se mordió la lengua frente a los gamonales, que no eran pocos ni medrosos. EUGENIO ELIZALDE, superior de la casa, capellán eterno de las franciscanas, infatigable apóstol doméstico, catequista y consolador de enfermos y afligidos, toca tierra, como Anteo, cuando le rinde la fatiga y surge rejuvenecido ("Fraternidad", 13 (Quito, junio 1973), 6-8). 332

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