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Durante los meses de agosto y de septiembre, como descanso de las labores domésticas, los padres Ruperto de Arizaleta y Martín de Sesma emprenden su campaña de predicación fuera de la urbe guayaqui– leña. Al regreso, se sacrifica lo recaudado, en la iglesia en construcción: camarín de Santa Ana, fachada, aleros, sacristía. Nuevas mingas y tómbola navideña que suelta 25.000 sucres libres. Durante la novena del Niño Dios, Martín de Sesma recorre las calles vecinas con el coro de cantoras y un grupo de niños, que anuncian la Navidad con esperanza acentuada de los pobres. Por las tardes, rebosa la iglesita de fieles; la vieja, porque la nueva no entra en funciones hasta el 25 de diciembre. Ha conseguido Martín caldear religiosamente el ambiente del barrio. A la campaña de los cinco y del uno, añadió luego la del saco de cemento; porque la obra va resultando demasiado costosa para la parvedad de los ingresos. Recurre a sus amigos de Playas Villamil. Uno de ellos, don Guillermo Rohde, le felicita con cheque de 50.000 sucres. Para el mes de febrero de 1960 se habían invertido 500.000 sucres, a cuya amortización contribuyeron silenciosa y eficazmente fray Vicente de Beortegui, como dicho es, y el cronista Xenius, ídolo de los pobres de la barriada. Por el mes de junio acompaña al solitario Elizalde (Martín de Sesma viaja por España) Felipe Cilveti, del equipo misionero pontificio. Predica la novena de Santa Ana, retrasmitida por Radio Mundo y organiza con eficaz fogosidad la tradicional tómbola kermesse, para la que ha conseguido agavillar 7 .000 premios, en su recorrido por tiendas, fábricas, comercios, domicilios privados, 15.000 sucres de beneficio neto; pese a lo cual, termina el año 60 con deuda de 85.000 sucres. Organiza y dirige, con el P. Elizalde, y un grnpo de señoritas colaboradoras, la catequesis de sábados y domingos en el centro parroquial y en otros cinco filiales. Lamenta Cilveti la negligencia de muchos cónyuges (de los que un 85% vivían mal maridados) en atender a su prole; y reprueba la de todos los feligreses en general, porque con tanta facilidad dejan morir a sus deudos sin sacerdote. El nuevo superior local, Gregario de Mondragón, gestiona en el mes de mayo de 1961 legalizar y oficializar sueldos y seguros del Liceo Santa Ana. Son 5.000 sucres de papeleo (32). AÑOS 1961-- 1964.-· Si hubiésemos de continuar la historia de la fraternidad de Santa Ana por la huella que dejó en las actas definitoriales de Quito, nos 328
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