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Director del centro, José Martín Irure, superior y párroco, responsable de la sección de Sociología; Antonio Hualde, de las secciones de Psicología y de Evangelización; y Vicente Echarte, de la sección de Antropología. Su patrocinador, Santiago Ramírez, señala como objetivos la formación de líderes, de evangelizadores y de catequistas. "Se considera primordial la formación de personas con una mentalidad y un espíritu, para que desarrollen las obras de promoción humana, social y material". Un servicio a la Iglesia y a la sociedad, "como clase de pobres, dentro del sentido franciscano del servicio de minoridad". Debe tenderse a la constitución de un equipo compacto y eficiente de religiosos, sacerdotes y laicos, que pase un día a depender directa– mente de la jerarquía eclesiástica ecuatoriana. El IAP se aprobó en la asamblea del 74 - -según interpreta S. Ramírez- con la condición de que la misma fraternidad se haga cargo de la casa, de la parroquia y de la escuela vocacional. A fin de evitar fricciones y obstáculos a su normal funcionamiento ---escribe al P. Frainer- - "El resto salimos a una casa alquilada, provisionalmente, mientras se venden los terrenos y hacemos nuestra casa" (108). Formaban la familia viceprovincial Santiago Ramírez, Ildefonso Gordillo y fray Antonio de Alsasua, con los que conviven el estudiante Carlos Villalba y el donado Cesarito. Solicita apoyo financiero de la curia generalicia, que no halló conforme su petición con los estatutos de la CAL o Comisión para América Latina (109). Solicitó y obtuvo 511.048 sucres de la Conferen– cia Episcopal USA, en 1975 (110)'. Elogia A. Hualde ampliamente la colaboración de los diversos equipos de sacerdotes, religiosas y seglares y encarece con singular relieve los cursos de pastoral juvenil desarrollados el primer año de funcionamiento, que resultó bastante complejo por la índole del alumnado, la diversidad de temas y el régimen de internos, semi internos y externos. La parte administrativ~ y residen9ial encomendada a una secretaria directora, una bibliotecaria, dos cocineras, dos auxilia– res y un conserje. Antes de terminar el año 74 Carlos Antonio Hualde se despidió del IAP, con pretexto de una ponencia sobre pastoral juvenil en la reunión de la CONVEC (111). En escrito conjunto que, a finales del mes de octubre, presentan Echarte, Hualde y J. M. Irure (por este orden) al viceprovincial S. Ramírez, se hizo sonoro el chirrido del engranaje. El IAP no funcionaba holgado. El desajuste se hacía patente. "Exigimos que se cumpla lo 294
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