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familias. Agrupación geográfica de especial complejidad étnica y religiosa: blancos, negros, mestizos, católicos (que conservan la primacía), protestantes, ateos, masones. Se inauguró la capilla el 15 de enero de 1974. Acción pastoral muy exigente en liturgia, catequesis, círculos de estudios, asistencia a enfermos y visitas domiciliarias. Trabajaron en épocas sucesivas los padres L. Alfonso Escalante, José Javier Osés, J. L. Herrera, Ildefonso Gordillo, eficazmente secundados por dos religiosas franciscanas y tres misioneras seglares de Avila (7 3). Acción de incalculable trascendencia : los católicos se sienten amparados en su fe; y los otros buscan cierta aproximación , atraídos por la sinceri– dad desinteresada y por la simpatía personal del grnpo misionero. Un día, 17 de octubre de 1977, el viceprovincial Ramón Echegaray, asesorado por su consejo y previo asentimiento de la mayoría de sus religiosos, determina devolver al cardenal arzobispo de Quito la parroquia de La Concepción con sus anejos. "Resolvimos dejar la parroquia de Quito". ¿Razones? Dos pueden aducirse, porque valen ambas, y tal vez más la que menos se invoque: primera, que la vice– provincia no disponía de personal eficiente y libre, tras el fallo de su párroco, Félix Espoz, que se seculariza, y de su coadjutor José Ramón Hernaiz, que se siente aquejado de fuerte dolencia (no se especifica su naturaleza); segunda, que la custodia·-viceprovincia no llegó a acoplarse con esta parroquia, como lo prueba el turno de responsables: 18 párrocos en el plazo de 26 años de funcionamiento custodial. Lo que produjo de rechazo, si no una abierta antipatía, un cierto recelo y desviación. A que puede añadirse, con justicia, la matización que respecto del personal apuntaba Ramón Echegaray en sus cartas al cardenal arzobispo de Quito, Mons. Pablo Muñoz Vega: en menos de una década, la edad media había pasado de los 38 a los 51 años; y en el mismo espacio de tiempo se habían adquirido ocho compromisos nuevos y habían causado baja en la custodia diez religiosos. Por lo que todos los empeños del señor cardenal arzobispo de Quito fueron a estrellarse contra la insoslayable realidad. El 27 de febrero de 1978 se posesionaba de la parroquia de La Concepción el nuevo equipo pastoral, inicialmente fonnado por dos sacerdotes seculares y una religiosa (74). Lo extraño del caso, que no acierto a explicarme, es la deducción del viceprovincial Echegaray respecto de la capilla de La Florida y terrenos adyacentes, "que pertenecen a la Orden": "deberán pasar a la Curia Arzobispal". ¿Por qué? "Es una capilla -arguye Ramón- que nunca debió aparecer como propiedad nuestra, puesto que el terreno lo dio una cooperativa, únicamente como servicio parroquial; y la construcción de la capilla se hizo con ayuda de Adveniat, conseguida con el apoyo del Arzobispo" (75). 284

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