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La acción social capuchina, elogiada por el corresponsal de Meridiano es eminentemente pastoral, aunque algún relieve se quiera dar a la asistencia a los enfermos y al reparto de harina y ropa que cada semana se hace en el convento entre 300 familias pobres, merced a las aportaciones de Cáiitas diocesana y a la generosidad de los feligreses. Tampoco faltan donativos provechosos a los niños de primera comu– nión, en cuya preparación y en la catequesis a los otros niños (sábados y domingos) colaboran doce señoritas, hijas de María, repartidas en los centros de La Concepción, San José del Inca y Chaupicruz (10). Huelga insistir en que, con la precedente, se simultanean las demás tareas parroquiales, sin dejar de lado una afanosa dedicación a las misiones populares en Quito, Riobamba, Guayaquil, Ca.racoto, Pacto, Calceta y barrios anejos a La Concepción, a ejemplo del infatigable custodio Serafín de Lezáun. Reverdece la preocupación que en su día expresó el P. Ruperto por fundar escuela parroquial de primera enseñanza ante el peligro de que los protestantes arrastren a los niños a su magnífica escuela, abierta en Iñaquito, "en terreno de jurisdicción de nuestra parroquia", por la lejanía de la de Cotocollao o de las del centro de la ciudad. No sin liberal optimismo pensó el custodio, Serafín de Lezáun, que podría fundarse en el parque del convento un "colegio español", patrocinado por el Gobierno del Generalísimo Franco. Acudió a su embajador, el conde de Urquijo, que tantas pruebas de sincero afecto venía prodigando a los capuchinos de la custodia de Ecuador. Al mes siguiente de la entrevista y no por "almuerzo de trabajo", sino por pura gentileza, la comunidad de Quito fue su huésped y comensal en los jardines de la embajada (26 de abril, fiesta de Nuestra Señora del Buen Consejo); y nuevamente, el día 21 de octubre del 59, por alguna razón conmemorativa que no alcanzo a determinar. Y en la embajada española dijo su misa de gallo el custodio Serafín aquel mismo año (11 ). Algunas gestiones, que se vistieron de esperanza, debió de realizar el señor embajador, cuando la terna definitoria!, en sesión de 22 a 23 de noviembre de 1966, porfía en pedir subvención a las autoridades peninsulares para su proyectado "colegio español" (12). Se me figura que con el cambio de embajador se extinguió la luz verde, porque no se vuelve a suscitar el tema. Puede esta fraternidad aguantar los gastos corrientes de la casa y los extraordinarios de las obras y de los huéspedes (que parecen alarmar al cronista de Quito), porque los ingresos ministeriales se espesan ventajosamente y los diligentes limosneros fray Juan de Unciti y fray Victoria de Calatayud gozan de muchas simpatías entre la gente sencilla que colma sus alforjas ; tampoco puede silenciarne el buen arte de Unciti 270

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