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Durante el año 1965 dieron conferencias sobre mundo e Iglesia, horizontes de apostolado, labor parroquial y liturgia los PP. Machiñena y Ramírez, cuyas intervenciones arrancan encendidos elogios al cronista. Manuel Astráin y Enrique Sanz trataron de iniciarles en Misiono– logía. Nada especial se indica en el año siguiente, salvo que el horario parece algo más llevadero que el precedente. En 1967 no solamente se renuevan los ciclos de conferencias sobre liturgia y vida cristiana, sino que se enriquecen con 21 lecciones de exégesis vétero testamentaria, se convive litúrgica y deportivamente con los novicios josefinos, se visita hospitales para conversar con los enfermos, se colabora en el apostolado rural de Gualea, se forma una comisión intercustodial de novicios, que discutirá y expondrá los problemas que vayan surgiendo y se elaboran, por los mismos novicios, trabajos monográficos sobre ortodoxia e Iglesia, Mariología, catequesis. . . Y precisamente este año de 1967, 13 muchachos abandonan el hábito, tres de ellos por enfermedad. Opina Recalde que la casa de Quito no ofrece el ambiente adecuado: exceso de trasiego, como albergue que es de la fraternidad conventual, de la curia y de la procura de la misión. Y que el enorme esfuerzo realizado para provocar en ellos la madurez humana, cristiana y franciscana apenas halló compensación en los resultados. Se puso empeño en evitar la fatiga y el hastío, no sólo con la variedad de temas, sino con la oportunidad para la práctica del deporte, de los trabajos manuales, excursiones con la comunidad, paseos libres en grupos no inferiores a cinco, correspondencia secreta. Fallos innegables, la in– madmez de los muchachos y el retraimiento por parte de la fraternidad conventual. "Los Padres no eran Padres, sino como murallas que les imponían respeto" -comentaron algunos de los novicios-. El noviciado se consideró en Quito como "un anejo incómodo", en opinión de Machiñena, que optaba por que este género de instituciones dependiera directamente del P. General. A que añadía el maestro J. A. Recalde que actualmente se tendía a la integración del clero, secular y regular, según sus respectivas naciones; y que debería cumplirse lo tantas veces propuesto de anteponer el estudio de la filosofía al año de noviciado, para que la profesión, aun la de votos simples, no sea un ensayo irreflexivo (15). Y con J. A. Recalde se mostraron de acuerdo los representantes de México, Ecuador, América Central, Venezuela, Santo Domingo, Colombia Oriental y Occidental; en su reunión de Bogotá, del 1 al 3 de junio de 1967, celebrada con los ministros provinciales de Argentina y 261
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