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287 El Emmo . Sr . Cardenal Benlloch, que tiene el propósito de hacer de este joven guajiro un ilustrado colombiano, para el próxi– mo curso de 1924-1925 lo ha trasladado al Seminario Pontificio y Real de Misiones extranjeras de Burgos, donde se ilustre en las ciencias eclesiásticas y sea un día una gloria de Colombia, que honre el Orfelinato de San Antonio de la Guajira . Es niuy de lamentar que ciertos cerebros no vean con buenos ojos estos progresos en los hijos de la selva, pues, cuando debieran dar graciqs a Dios porque por medio de los Orfelinatos se impone la civiliza ción entre los indios, no hacen otra cosa que desprestigiar la redentora obra del misionero en favor de los aborígenes. ¡Qué sería de esa juventud arrancada a la selva y que gusta ya de las ventajas de la civilización, si los Orfelinatos desaparecieran! La Historia clamaría contra los culpables, la Patria execraría su memo– ria y los bosques y las sabanas clamarían venganza. Dado el actual movimiento de civilización y de sólida instruc– ción que se da en los Orfelinatos, todos los que tengan verdadero amor a la Patria debieran hacer valer su influencia política y social para que en cualquier punto de la República se abriese un semina– rio adonde se llevase a todos los jóvenes de los Orfelinatos que se distinguiesen por su inteligencia clara y dispuesta para los estudios. Si se patrocinase esta idea y se la favoreciese, les cabría la gloria de ver dentro de unos cuantos años clero indígena y hasta aun maestros nacionales para la Guajira, la Nevada y Motilones, forma– dos en la propia casa, sin necesidad de que se les envíe al extranje– ro, como se ha hecho con el joven guajiro Mario .

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