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'257 Nación. Todo se hace a hora {lja: a las cinco se levantan, se asean, hacen sus oraciones y oyen la santa Misa. A las siete se desayunan, y pasado un rato comienzan sus estudios y ejercicios de lectura y escritura; a las diez se les da recreo, reanudando poco después sus labores escolares hasta 1as once, que se les sirve el almuerzo. Desde mediodía hasta las tres se dedican a trabajos manuales, hora en que se les sirven «onces» y se les da media hora de recreo; a las cinco y media comen, y después se les da hora y media para que jueguen y se entretengan con otros ejer– cicios de solaz distracción, hasta las siete y media en que rezan el santo Rosario, acompañado de las oraciones de la noche, para reti– rarse a las ocho a descansar. Asin~ismo el «pensum» que se sigue en los Orfelinatos es el de las escuelas elementales de la República, con sus respectivas sec– ciones, ínfima, media y superior, y sus correspondientes cursos. En ellos se da lectura, escritura, Gramática, Aritmética, Geografía general y de Colombia, Histo1:ia patria, Urbanidad e Instrucción cívica. También se les adiestra en los oficios manuales, lo cual revela la gran cantidad de energías que han desplegado los institutores de nuestros Orfelinatos para implantar entre los indígena~, de suyo indolentes, el amor al trabajo. Los niños se dedican a la confección de sombreros comunes y suazas, a la zapatería, a la tenería, a la albañilería, a la carpintería, a la alfarería y a la agricultura. Las niñas se dedican a las faenas propias de la mujer; ellas, pues, asean la casa, los dormitorios, el comedor; cuidan de la ropa, que corlan, confeccionan y reparan. El cosido a mano lo hacen con gran primor; zurcen muy bien, bordan primorosamente y la máquina de coser la manejan correctamente. Las labores de las niñas de los Orfelinatos, de corte, cosido y bor– dado, son tan primorosas , que pueden competir con las de las alumnas de los más bien montados colegios; tanto ello es así, que en la exposición de labores mujeriles, las niñas de los Orfelinatos de la Misión Guajira, se han llevado sus buenos premios. Los Orfelinatos persiguen otro fin además de los -indicados, que es impedir en lo posible la venta de indios guajiros, tan general y común en toda la península, y que obedece a diversas causas. Estas son: las guerras y el hambre. En las guerras de unas tribus contra otras, la fuerza, la riqueza y valentía de una casta es la que impone la ley a las demás, arras– trando tras sí, como bolín de guerra, ganado, famifias y cuanto 17

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