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233 Los indios del Milagro, de tanto repetir el nombre de Fr. Car– los y el del P. Tomás, se les quedó muy grabado en la memoria, y así decían: «Padre Carnos, optar námaca»; que Fr . Carlos se cansó mucho al subir a sus ranchos. «Yaqueno, Padre Tomás, maine po maine mei cacsú Puebro cacso terapa mellún vaca», que quiere decir: Padre Tomás, mucha yuca, mucho maíz llevaré al Pueblito dentro de tres días, y dame vaca . «Yo les prometí-dice el P. Tomás--darles vaca (a mellún vaca), y quedaron contentos; y mis acompañantes, los españoles, quedaron conformes en buscarles una vaca o torete para que se lo comieran». Los indios cumplieron su palabra, presentándose en Codazzi a los tres días. El pueblo salió a recibirles, y creyendo que los del pueblo les pedirían lo que llevaban, se adelantaron y dijeron que todo era para el P . Tomás, a quien apenas le vieron entregaron cuanto llevaban, diciendo: «Yaqueno, Padre Tomás». «Para no dejarlos desairados-dice el P . Tomás-, como los bueyes de la Casa Misión los teníamos muy cerca del pueblo, en compañía del P. Salvador me fuí con los indios, diciéndoles: «Ya– queno, jinca vaca», amigos , vamos por la vaca. Ellos, alegres por el festín que esperaban, respondieron: «Jinca yaqueno , jinca». Va– mos, amigo, vamos. A la puesta del sol mataron el buey de un golpe de hacha, y con todo, sin quitarle el cuero, lo dividieron a pedazos y se lo repartieron, regresando muy alegres y contentos a sus respectivos ranchos.» Desde esta fecha comenzaron a bajar semanalmente al pueblo para proveerse de lo que les hacía falta, como herramientas para el trabajo, carne y ropa. Para seguir en firme la obra de reducción, quedó fundada en Codazzi una residencia con dos Padres y un Hermano para que se ocupasen en todo lo concerniente a la civilización de los indígenas.

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