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190 temblar durante las dos interminables noches que en la solitaria en– senada pasaron. El 19 de enero embarcaron las relig'iosas, y el 23 se recibió en Riohacha, procedente de Santa Marta, un telegrama en el cual se daba la noticia de que la goleta «Restrepo» había naufragado pocas horas después de salir de Santa Marta, pero que la tripulación y pasajeros se habían salvado. Estas 1101icias las dió el Capitán de la goleta «Restrepo», quien, 1. l~I Vicario Ap ostólico.-2, El SupP.,-io,- Re (¡ula,-, M. R. P . Eloy de Orlhuela, 3lrando su pasl·oral Visita po,- toda la reslón guajira apenas hubo dejado a los pasajeros en tiena, en la lancha salva– vidas se dirigió a la ciudad y comunicó el suceso y terrible per– cance. ¿Quién salvará ahora a los náufragos?, era el angustioso grito de todos. ¿Cómo llegar adonde están las misioneras y los demás pasajeros? Entonces D. Alejandro Bernier, experto y valiente mari– nero, que por muchos años ha tenido el gobierno de varias goletas veleras y que conocía perfectamente todos los recodos y ensenadas de la costa, desde Colón hasta Punta de Gallinas, corrió al cuartel del Resguardo del Puerto y pidió al Comandante un buque para ir en auxilio de los náufragos, sobre todo de las misioneras, por ser
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