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178 En este Orfelinato sólo se admitían niños y niñas guajiros, pre– firiendo los de pura raza a los mestizos . La admisión se hacía sin violencia de ninguna clase; el guajiro que quería dejar a su hijo en el Orfelinato, lo dejaba, y cuando se lo quería llevar, lo sacaba. Este era el único medio, aunque parezca extraño, de tener algunos niños, pues nada se hubiera conseguido con violencia. Los padres de los niños iban a verlos siempre que querían, y se los llevaban cuando les parecía; costumbre que aun existe . Pero es tal el cariño que los niños han cobrado a los religiosos y re ligiosas, que cuando van sus padres a por ellos se esconden, porque se dan perfectamente F.ichada dd Orfolinato de San A1.t-onio cuenta de que en ninguna parle están mejor que en el Orfelinato. Como medio de corrección se emplea la amenaza de entregarlos a sus madres cuando van a verlos. Después de dos horas de clase, en las que se les enseña a leer y escribir en castellano, Aritmética, Catecismo e Historia Sagrada y Patrié:!, ele., tienen también otras dos horas por la tarde, en que se dedican : los niños, a la agricultura y otras ocupaciones propias de su sexo, como la gimnasia e instrucción militar; las niñas, a tra– bajos manuales, como coser y remendar las ropas de todos y con– feccionar chinchorros. Además se las enseña a barrer y asear las habitaciones, ayudar en la cocina, limpi ar los platos y cubiertos, preparar y levantar la mesa, a deja r cada cosa en su lugar ordena– damente y a portarse en todo como si estuvieran en un gran centro de civilización .

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