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176 y de barro barato, porque la escasez de fondos no permitía hacer otros gastos. Medía el edificio 16 metros de largo por 6 de ancho, y se distribuyó este local en la forma siguiente: un comedor, dos dormitorios, uno para tres religiosas y otro para cinco o sei5 niñas, pues no se aspiraba a más, dado el carácter de los guajiros. Construyóse, además, una capilla, y junto a ella una diminuta habitación para el Padre y Hermano. El 51 de mayo llegaron las religiosas que habían de encargarse del Orfelinato, que fueron la Madre Visitación de Manises, Sor Purificación de Navarrés y Sor Francisca de Barranquilla. El 15 de junio las obras eslaban termi- ' I ,._ :_-_J Las relig io sas T e rc iarias Capuc hinas atra,·P.sando el rio Calancala para pose,slonarse del Orfelinato de San Antonio nadas, y en ese mismo día se inaug·uró, dedicando este primer Orfelinato a San Anlonio de Padua, siendo las dos primeras asila– das las niñas indígenas Carmen y Amalia. Este Orfelinalo quedó sujeto desde el primer momento a una perfecta organización, la cual señalaba, a modo de colegio, las horas de levantarse, oír Misa, desayuno, escuela, almuerzo, recreo, trabajos manuales, comida, juegos, oraciones de la noche y retozo. El método parece algo raro para unos indios que, a no ser es– clavos, nunca oyen la voz del mandato, y mucho menos la de la corrección, y sin embargo, desde aquel día deberían reunirse para cada acto a toque de campana, y quedar sometidos a la voz de la Hermana encargada de amonestarles y de corregirles.

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