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167 currir entre todos algo nuevo que cambiase el rumbo seguido hasta entonces en la Gua jira, y comenzase a dar señales de vida cristiana, fundando hogares cristianos . Con los adultos esto era imposible, corno la experiencia lo había demostrado ; era preciso comenzar la obra regeneradora por la in– fancia; pero se tropezaba con la dificultad de que los niños de uno y otro sexo, mientras estuviesen bajo la jurisdicción de sus respec– tivos padres, esto era imposible, pues se trataba de un hecho con-· firmado por la experiencia. Asambleil ,~e in<lios arhuaeos, pres.i<lida por el \'icario Apostólico El P. Antonio de Valencia, a pesar de haber sido algún tiempo enemigo de la Guajira, era ahora su paladín y defensor, y uno de los más interesados en la evangelización del guajiro. Este Padre, al presenciar en Castilletes, puerto de la Guajira, lindante con Vene– zuela, la facilidad con que eran vendidos los niños guajiros de uno y otro sexo, sobre todo en tiempo de hambre, lastimado por esto su noble corazón, concibió la idea de redimir niños y tenerlos a todos juntos, encargándose las religiosas Terciarias de las niñas y los religiosos de los niños, y educarlos cristianamente, enseñándoles todo lo necesario para formar una sociedad nueva , perfectamente

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