BCCCAP000000000000000000000198
11s la misma piedra. Para darles culto edificóse allí una capillita de bahareque y paja, se erigió un aliar con las licencias necesarias, otorgadas por el Arzobispo Dr . D. Antonio Sanz Lozano, y se co– menzó a dar culto. Como los peregrinos frecuentasen aquel Santua– rio, se fabricó allí una pequeña hospedería para dar hospedaje a los que fuesen a implorar los favores de tan buena madre. Este humilde templo duró hasta el 1714, que, a la hora de la aurora, una mañana se derrumbó con grande estrépito . Entonces el Dr. Dionisio Pérez, que servía de Capellán, pensó construir de nuevo la ermita de cal y canto, para lo cual disponía de todo el material de piedra, ladrillo, madera y clavos, mas tres mil setecientos sesenta y siete pesos, cinco reales, que en cláusula testamentaria dejaba su antecesor el Dr. D. Francisco García de Villanueva, todo lo cual dejó a favor de Nuestra Señora de la Peña, por la devoción y afecto que le tenía. Fué encargado de la obra el maestro albañil Dionisio Peña, quien concluyó la fábrica de dicha Iglesia el 4 de diciembre de 1715. El 14 del mismo mes se bendijo la Iglesia, y el 16 se dijo Misa con gran solemnidad. Todo el gozo que los devotos de María Santísima tuvieron en la inauguración de aquel templo, pocos meses después se convirtió en llanto, dolor y gemidos, cuando el B de mayo de 1716 se derrumbó y despeñó desde los cimientos la pared del lado derecho de la capilla, de tal manera, -que no dejó en lo humano arbi– trio alguno para poder reedificarla, porque todo el material se fué peña abajo. Entonces el devoto Capellán Dionisio Dérez de Vargas, resolvió trasladar las imágenes a otro punto inmediato y más llano que había en la falda del cerro, en medio de dos quebradas . Aun cuando eran grandes los obstáculos, y los riesgos inminentes, al fin se dispuso a realizar su proyecto. Obtenido el correspondiente permiso, dispuso que las imágenes fuesen separadas de la piedra principal y cortadas de rodillas para arriba, operación que llevó a feliz término el cantero Luis de Herrera, un mes después de la ruina de la capilla . Separadas las imágenes del bloque principal, inmediatamente se dispuso todo para la traslación ; pero como la empresa era bastante difícil, por pesar mucho las imágenes, entonces se concertó con el mismo can– tero que adelgazara las imágenes y que separara el ángel con la custodia. El cantero comenzó su nuevo trabajo en 22 de junio. Tan pronto como hubo separado la efigie del ángel, la colocaron sobre unas andas de vigas, y rezando Letanías y Salves y otras oracio– nes, emprendieron la peligrosa marcha con grandísimo cuidado. Entretanto el cantero seguía su trabajo con grande interés, consi- 10
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz